Hábitos que aportan salud y evitan la inflamación

Las estadísticas revelan que en los últimos tiempos, esta reacción natural y protectora del organismo tiene una activación tal que impone cronicidad y podría derivar en disfuncionalidades y enfermedades.

Muchas personas consultan, y otras tantas, quizás la mayoría, van aceptando que el tiempo pasa y que el cuerpo y la mente se deterioran. ¿Qué es la inflamación?

En sí misma, es una respuesta natural y protectora del organismo, que reacciona ante alguna amenaza. Si te lastimas, el cuerpo generará una reacción de inflamación que posiblemente cause dolor o molestias, lo que te llama a limpiar la zona, descansar y, si es necesario, aplicar hielo u otras medidas adecuadas al caso. La inflamación puede ser aguda, como sería en el caso mencionado, es decir, una respuesta puntual a un 'ataque' al organismo. Por otro lado, la inflamación crónica tiene que ver con estados persistentes en el tiempo, generando reacciones más complejas del sistema inmune.

De la misma manera que la inflamación es evidente a nivel externo, funciona a nivel interno. La inflamación dentro del cuerpo-mente requiere de la observación sistemática y consciente del portador. ¿Qué observar? Síntomas y hábitos.

¿Cuáles son los síntomas que hacen referencia a la existencia de inflamación?

  • Confusión mental
  • Disminución de de la concentración
  • Falta de energía
  • Agotamiento
  • Descenso del rendimiento cognitivo en cualquiera de sus funciones (atención, percepción, memoria, razonamiento, resolución de problemas, creatividad, etc.)
  • Cambios en el humor
  • Alteraciones del sueño
  • Alteración en la alimentación
  • Estrés
  • Ansiedad
  • Depresión
  • Enfermedades autoinmunes
  • Enfermedades neurodegenerativas
  • Enfermedades cardiovasculares
  • Alteraciones psicológicas (tanto a nivel externo como interno, que impactan en las relaciones, la autoimagen, la autoestima, el aprendizaje, la autoeficacia, etc.)

La lista continúa y es muy extensa.

La inflamación, así como la neuroinflamación, generan cambios anatómicos, funcionales y estructurales en el organismo. Estos cambios se relacionan con el deterioro cerebral y cognitivo-emocional. Es como un invasor insidioso que va ganando terreno mientras recibe su alimento.

¿Qué genera inflamación crónica? En forma simple y sencilla, la respuesta es: nuestros hábitos. La forma en que vivimos la vida en el día a día y que tiene que ver con lo que comemos, cómo nos relacionamos con nosotros mismos y con el mundo, cómo y cuánto dormimos, la forma en que gestionamos el estrés y las emociones, el nivel de sedentarismo o el ejercicio que hacemos, etc.

La inflamación está directamente relacionada con nuestro estilo de vida. Cada hábito, consciente o no, acumula en el organismo consecuencias. Estas consecuencias se expresarán a corto, mediano o largo plazo. Con el paso de los años, la salud se empoderará o deteriorará. ¿De quién depende? De ti.

¿Qué podés hacer para vivir y estar saludable?

En primer lugar vivir liviano, fluir desde la realidad que vivas. Potenciarte y orientarte en tu bienestar y el de tu entorno. Elegir los pensamientos, creencias y emociones. Construir tu propia realidad y resultados. Elegir ser feliz e impactar positivamente en tu vida y en tu entorno. Relacionarte con personas que te aportan, construir relaciones saludables, hacer cosas que te gustan.

Y además, observar tus hábitos y elegirlos conscientemente. Muchas veces, aprendemos hábitos heredados o construidos que fueron funcionales en un momento dado y luego dejaron de serlo. Por alguna razón, los perpetuamos y generan disfuncionalidades en nuestra vida.

¿Qué hábitos impactan directamente en la inflamación?

  • Alimentación - Ocupate de darle a tu cuerpo energía saludable. Una dieta variada y balanceada con mayoría de vegetales, con frutas y verduras, así como grasas saludables. Eliminá el exceso de azúcar y los alimentos ultraprocesados. Elegí alimentos y condimentos antioxidantes y antiinflamatorios.
  • Sueño - Dormí con calidad y durante suficiente tiempo. Respetá el ciclo circadiano y procurá dormir al menos 7 u 8 horas diarias.
  • Evitá el alcohol, daña las neuronas y la sinapsis.
  • Realizá ejercicio moderado y variado. Idealmente, intentá hacer algo de actividad física todos los días, aunque no pueda ser de corrido. Cada actividad suma y aporta.
  • Gestiona el estrés.
  • Aprendé a gestionar las emociones.
  • Evitá la exposición a campos electromagnéticos.
  • Evitá la exposición a sustancias tóxicas.

Te aseguro que prestar atención a tus síntomas y hábitos será mucho más fácil y económico que no hacerlo. Invertir en observarte y elegir conscientemente te llevará un rato; enfermarte te llevará malestar, dolor y mucho tiempo perdido. Lo que elijas será lo que obtengas. ¡Vale la pena!





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