En una sesión de coaching de equipos, conversamos sobre la importancia de confiar en lugar de controlar. Para confiar tiene que existir compromiso, lo cual, entre otras cosas, define un estilo de liderazgo.
Este equipo gerencial está de acuerdo en la importancia de educarse para hablar el mismo lenguaje. ¿Qué se logra cuando un equipo y una organización hablan el mismo lenguaje? Se logra alineación, enfoque y una forma compartida de hacer las cosas que respeta los valores fundamentales definidos y elegidos por ellos. ¿Los problemas dejan de existir? Obviamente, ni los problemas ni los conflictos desaparecen. Lo que sucede es que no se desperdicia energía, los conflictos se abordan 'just in time' y se consideran oportunidades, lo que permite que las soluciones fluyan.
Los negocios, los equipos y las personas crecen y comparten una experiencia positiva incluso en momentos difíciles. Las personas se sienten realizadas y motivadas. Existe confianza porque cada miembro del equipo 'compra' lo que es promovido y co-creado por sus líderes. Cada persona se compromete a garantizar los resultados del sistema en el que participa.
Para que todo esto suceda, se necesitan equipos y, obviamente, líderes. Tengamos en cuenta que un equipo está conformado por al menos dos personas. Por eso es que una familia, un equipo deportivo así como empresarial, pueden ser considerados equipos. Para merecer tal definición, tendrán que tener objetivos comunes tanto en términos de resultados como de procesos, con una forma de hacer las cosas que los caracteriza. Un equipo se construye a través de un proceso que transita diversas etapas y va más allá de la suma de las partes.
Los equipos comparten valores y los resultados que obtienen juntos son mayores que los que un miembro individualmente podría alcanzar. No confían únicamente en “jugadores estrella”, es más, no sería esperable que existan estrellas sino que todos y cada uno aporta desde sus propias características y personalidades. Se valora la diversidad, ya que es parte de lo que construye una visión robusta y original. Existen roles que son complementarios, y en ocasiones, flexibles. Un equipo tiene un propósito definido por el para qué hacen lo que hacen.
Un equipo tiene un propósito definido que explica el por qué hacen lo que hacen.
Líder es quien garantiza que pase lo mencionado anteriormente. Valida a las personas y aporta lo necesario para que todos crezcan. Sin embargo, solo podrá lograrlo si comienza por sí mismo. Ningún ser humano puede dar lo que no tiene y, de todas formas, nos relacionamos con los demás desde quien somos, con nuestra forma de pensar, sentir y hacer. Por eso y para eso, es tan necesario que quien aspira a ser líder o entiende serlo, constantemente se mire dentro y esté comprometido en su propio autoconocimiento. De la misma manera que educamos a nuestros hijos desde quienes somos, dirigimos o lideramos a quienes son parte de nuestro grupo o equipo. Solo al conocer nuestras propias fortalezas y recursos, los pondremos a disposición de los demás. ¿Para qué les sirven a los otros nuestros recursos? Para complementarse, crecer y tener la oportunidad de brillar. Este aspecto no es solo esperable en un líder sino necesario.
De la misma manera, es necesario reconocer las propias debilidades, las cuales prefiero llamar 'oportunidades de mejora'. Solo con este autoconocimiento es posible actuar con libertad. De lo contrario, actuaremos como títeres de nuestros propios impulsos, carencias, creencias limitantes y formas de hacer, sentir y ser, que no elegimos. Nadie es capaz de cambiar aquello que no ve, aquello de lo que no se es consciente. ¿Qué sucede entonces? Activamos comportamientos que nos generan malestar y sufrimiento tanto a nosotros mismos como a quienes nos rodean.
El enfoque mando-control-sanción es opuesto al liderazgo. ¿Es el liderazgo la clave para generar compromiso? Sin lugar a dudas, y para ser líder, es indispensable estar comprometido primero con nuestro propio desarrollo. Solo así se desplegará plenamente la intuición, secreto del éxito de tantos líderes. Solo así se desplegará una creatividad inimaginable, que levante la mano el líder que no la quiera. Solo así su SER se expandirá y, con ello la autorrealización.
Pero aún queda un paso más: se trata de la trascendencia.
Creo firmemente que todos tenemos una misión y que podemos trascender nuestros límites, conectar con nuestro ser espiritual y expresar esta esencia desde quienes somos y en lo que hacemos.