El estrés es una realidad predominante en la actualidad con un impacto en la salud, tanto física como emocional y cognitiva. Tiene un efecto negativo en el sentido de bienestar y en la calidad de vida. La ansiedad es un gran tóxico en las organizaciones.
Los líderes no escapan al estrés sino que tienen factores que podrían constituirse como estresores. Sabemos que los líderes enfrentan desafíos que pueden ser apasionantes o perturbadores. En su scope está el negocio, sus resultados y su dirección, una mirada amplia e integradora de los diversos actores que integra la coyuntura, y que va más allá aún de países y regiones. El líder que se precia de serlo, se ocupa de tener un trato humano, un interés genuino por el bienestar de sus colaboradores, sus intereses y, al mismo tiempo, por obtener resultados. Entre otras muchas cosas, es necesario que sea buen comunicador, ya que la comunicación es un proceso que involucra expectativas, características personales, disponibilidad, atención, percepción, capacidad para negociar y otros aspectos destacados del liderazgo.
El líder gestiona entre diagnósticos, información, conocimientos, resolución de problemas, toma de decisiones, gestión de personas, inspiración, alienación, estrategias, cuidados y muchas otras responsabilidades de alta importancia. Para lograr todo esto y más, todo empieza por uno, es clave que se gestione a sí mismo.
Cuando el líder logra una gestión emocional asertiva, tiene un gran camino recorrido en relación al manejo del estrés. Por el contrario, si no logra manejar adecuadamente el estrés debido a las responsabilidades mencionadas y otros factores, generará estrés tanto para sí mismo como para su entorno.
¿Qué estresores inciden en el liderazgo?
• Perfeccionismo.
• Control.
• Incertidumbre.
• Anticipación de dificultades, lo que en ocasiones se considera estar preparado pero puede llevar a perder la capacidad de evaluar de manera sistémica.
• Repetir comportamientos antiguos que ya no son funcionales
• Miedo a equivocarse o a no tomar la decisión más acertada, entre otros.
• Preocupación constante por los resultados en lugar de ocuparse y generalos.
Estos son algunos de los desencadenantes de estrés en el liderazgo, aunque cada persona puede tener otros factores estresantes característicos. Como decimos en psicología, un poco de todo es lo esperable y mucho de algo es un mensaje indicador que algo no está funcionando bien y debemos atenderlo. Si se ignoran estas señales, las consecuencias no se harán esperar y tendrán que ver con disfunciones, trastornos y patologías.
Cuando el líder acumula estrés durante un período prolongado, afecta integralmente a nivel emocional, cognitivo y conductual, así como a nivel orgánico, psicológico y relacional. El estrés acumulado genera inflamación y neuroinflamación, irritabilidad, cansancio, envejecimiento prematuro, pérdida de eficacia y disminución tanto en el desempeño como en las estrategias de afrontamiento para adaptarse y resolver situaciones y problemas. El estrés también es una puerta de entrada a la depresión.
El organismo pierde flexibilidad y la capacidad de observación se ve perturbada, limitando la capacidad de la persona también a nivel de la consciencia. Es como si se produjera una ceguera parcial que, a medida que pasa el tiempo, va invadiendo cada vez más la realidad.
¿Cómo impacta el estrés del líder en sus colaboradores? La respuesta es casi obvia: generando estrés. La Organización Mundial de la Salud (OMS) define estrés laboral como “la reacción que puede tener una persona ante exigencias y presiones laborales que no se ajustan a sus conocimientos y capacidades, y que ponen a prueba su capacidad para afrontar la situación” El índice de prevalencia en la población es de 41%, un porcentaje demasiado alto, sobre todo porque en la mayoría de los casos, el estrés se vuelve crónico.
¿Es el estrés del líder la única fuente de estrés para los trabajadores? La respuesta es no. Sin embargo, es un fuerte estresor para sus colaboradores, que los agota y hace entrar en un círculo vicioso donde se deteriora la motivación, el desempeño y el compromiso. Además, también afecta a la salud, como se mencionó anteriormente.
Otro aspecto a tener en cuenta es la automedicación a la que muchos líderes recurren cuando experimentan estrés. No lograr descansar, sentirse abrumados o cansados, y la necesidad de rendir bien en situaciones excepcionales, como visitas del exterior o presentaciones importantes, son algunas de las demandas a las que los líderes se enfrentan. Sin embargo, estas medicaciones no son inocuas y deben ser recetadas y controladas por un profesional de la salud.
¿Qué hacer? Se trata de tomar consciencia que el estrés es un mal invasivo, en ocasiones no consciente, que puede tener una aparición sorda. Cuando se vuelve evidente, ya hay afectaciones. La mejor manera de prevenirlo es ocuparse de la salud integral, es decir, abordar aspectos físicos, emocionales y cognitivos, ya que cada uno de estos aspectos es importante.