Casi todas las semanas escucho esta afirmación que muchas veces se utiliza para justificar un resultado negativo relacionado con diversos aspectos del cambio, sin que el cambio en sí sea el problema.
Si observamos la naturaleza, podemos afirmar que el cambio no solo existe, sino que es necesario. Estarás de acuerdo en que el cambio en la naturaleza implica desarrollo y transformación. Existe un ciclo vital a través del cual la vida evoluciona, nace, crece, se desarrolla, da frutos y muere o se renueva.
De la misma manera ocurre con nuestro organismo, donde el cambio es constante y necesario para que la vida exista, permanezca, se desarrolle y transforme. Ya hemos mencionado en el artículo 'Diez tips para fortalecer nuestro sistema inmune', la importancia de la renovación de nuestras células, tejidos, huesos, etc. lo cual sucede de forma constante aunque no nos demos cuenta, y sin lo cual no podríamos mantenernos con vida.
El cambio en las relaciones también es natural. Por ejemplo en la pareja, existen etapas evolutivas claras. Uno se enamora y se une a una persona que, a lo largo de los años, cambia, al igual que uno mismo. Por lo tanto, pasado el tiempo, ninguno de los dos es el mismo, ambos cambiamos. Es en el devenir de los años que la dinámica de cada pareja va cambiando per se. Diversos aspectos influyen en este cambio, como la edad, las actividades que desarrolla cada uno, los intereses, la salud, el entorno y el desarrollo, entre muchos otros. Una pareja que ha vivido junta durante más de 10, 20, 30 años ha experimentado cambios desde el inicio de su historia. En este caso, el cambio es esperado y saludable.
De la misma manera un equipo de trabajo cambia constantemente debido a cambios en roles, estados, personas, objetivos, mercados, productos, etc. Nuevamente lo constante es el cambio, la necesidad de transformación, adaptabilidad y flexibilidad, aspectos que son cada vez más valorados y solicitados. Personas, organismos y sistemas en general cambiamos, y si no lo hiciéramos, estaríamos o bien enfermos - psicológica o físicamente - o dejaríamos de existir.
Si el cambio es necesario para vivir y tener salud, ¿por qué cuando hablamos de cambio decimos que es resistido? La respuesta es simple: no es el cambio en sí lo que se resiste, sino la forma en que concebimos y recibimos el cambio y cómo se lo presentamos a los demás. Esto tiene que ver con la comunicación y las creencias. Tenemos claro que para vender un producto, necesitamos trabajar en su comunicación, dirigirlo al público objetivo y diseñar diversas estrategias y planes. De la misma manera, es importante hacerlo cuando queremos proponer un cambio tanto propio como a otros.
Si nos aferramos al statu quo ante diversas situaciones, es probable que percibamos lo que viene como un problema. Diversas creencias limitantes activarán emociones como el miedo y nuestro organismo reaccionará con diversas alertas. Por otro lado, si concebimos el cambio como natural y lo entendemos como una oportunidad de desarrollo y transformación, abrazaremos el movimiento que implica una situación nueva o diferente.
¡Vivimos en un mundo de interpretaciones! Y lo que sucede con el cambio no es más que otra interpretación. Como tal, estará influenciada por nuestra historia, nuestro estilo perceptivo y atributivo, nuestras preferencias y nuestra personalidad, entre otras cosas. Aún así, podemos afirmar que existe resistencia. Entonces, la pregunta que debemos hacernos es: ¿qué resistimos? Son varias las razones:
- La imposición
- La falta de comprensión
- El desconocimiento
- La falta de claridad
- La falta de liderazgo
- La falta de participación
- El miedo
- La incomodidad
- La desconfianza
- Inadecuada comunicación
- Creencias limitantes
- Emociones que generan defensas
En mi experiencia trabajando con personas que están buscando objetivos específicos, crecer y superar desafíos, lo que encuentro como común denominador es que cuando la persona promueve la co-creación participando y/o proponiendo la participación de todos los involucrados -según el momento y la etapa en cada uno pueda hacerlo-, cuando se va construyendo un rumbo claro y se conoce el para qué, lo que sucede es opuesto a la resistencia.
Se genera entusiasmo y compromiso que facilitan procesos de pertenencia. Las personas se sienten valoradas y respetadas, asi como invitadas a desplegar su creatividad. De esta forma se genera un círculo virtuoso de aprendizaje y desarrollo, donde cada participante tiene algo que aportar, algo que es único y diferente.
Por lo tanto, dado que cada uno de nosotros vivimos el cambio desde nuestro interior, en las diversas pequeñas cosas del día a día y en los proyectos y procesos que estamos inmersos, es interesante preguntarnos: ¿Cómo concebimos el cambio en sí? ¿Lo utilizamos a nuestro favor o en contra? ¿Cómo podemos empoderarnos en cada cambio que elegimos o se nos presenta? ¿Qué aprendemos de estas respuestas que nos estamos dando y otras que se nos generan?
Las respuestas a estas preguntas te darán información valiosa que tienen que ver contigo, también son válidas para contestarlas en equipo -sea cual sea el equipo del que seas parte-. Junto con tus respuestas y teniendo en cuenta los motivos que hacen al cambio resistido, podrás elaborar una robusta estrategia, teniendo presente que la misma estará expuesta al cambio y por lo tanto a la reformulación constante.