Estoy en Brasil, en un hermoso lugar lleno de sol, frutas, morros y playas! Me invitaron a conversar con ejecutivos sobre los Recursos Humanos Estratégicos, con el fin de compartir prácticas que inspiren a transformar. Y comenzando a preparar esta capacitación, agradezco a la ICC, a Joseph O´Connor y Andrea Lages, por enseñarme una herramienta tan poderosa para apoyar los cambios que las personas, los equipos y las organizaciones aspiran. Gracias también a cada uno de mis clientes, personas y organizaciones, que me enseñan constantemente y son fuente de inspiración y desarrollo. El área de recursos humanos avanza en un proceso de transformación desde que en sus inicios se constituyera como área de personal donde las tareas se concentraban en temas de administración. Desde una era industrial donde se requería el mando y control, con organización vertical y una dirección centrada en el control de tareas claras y sincronizadas. A la dirección de personas, orientada en resultados, con un liderazgo participativo caracterizado por el empowerment, donde las estructuras son más horizontales, con un claro enfoque en el talento y el desarrollo, donde se requiere delegación y responsabilidad. En esta actualidad se necesitan espacios colaborativos de compromiso compartido donde el trabajo en equipo es otra de las claves. La flexibilidad, empatía, negociación y en definitiva una orientación a las relaciones, concentrándose en la valorada inteligencia emocional, es lo que destaca. Es así que es considerado líder, quien cuida de las personas, da valor a las relaciones, destina tiempo a sus colaboradores, y además de ocuparse de dar resultados, logra articular los intereses y motivaciones de las personas y la organización. Con interés honesto, congruente y sincero, se involucra desde su ser, apoya el despliegue del talento, influye positivamente, promueve cambios y por sobre todo, sustenta en valores sus prácticas, procesos y relaciones. En este rol Recursos Humanos como elemento clave y estratégico en las organizaciones, agrega funciones centrales que van mucho más allá de la administración de personal. En la actualidad es un elemento crítico para generar competitividad y añadir valor. En procesos de cambios continuos, la innovación y la anticipación son claves, siendo las personas el centro de las organizaciones que avanzan y que por tanto son exitosas y permanecen. El cambio caracteriza nuestro mundo actual. La tecnología, nuevos intereses, la valentía de vivir los valores, la alta velocidad de los negocios y de las carreras profesionales, entre otros aspectos, ofrecen constantes desafíos a las personas y a las empresas. La tecnología nos proporciona grandes ventajas en relación a la interacción digital, a la reducción de tiempos, alcance in time de la información, y a la vez, nos exige estar más atentos a la relación entre las personas, ser más perceptivos, expertos en comprender y empatizar. La participación genera compromiso y favorece que las personas nos sintamos parte, nos hagamos dueños de objetivos, procesos y resultados. Y cuando se articulan valores personales con organizacionales, se destaca la proactividad y la innovación. La formula participación-compromiso, permitir co crear e implicarse en el ser – hacer y saber. En los cimientos del avance está el aprendizaje, elemento central que desde una visión de recursos humanos estratégicos, favorece que las personas y las organizaciones aprendan, evolucionen y se anticipen. Instalar el aprendizaje como parte de la cultura, genera un cambio estructural que fomenta una mirada positiva enmarcada en procesos de desarrollo y promoción de salud. El Coaching ICC es una herramienta profesional actualizada a las necesidades de las personas y las organizaciones, logrando amalgamar intereses y valores. Promueve una cultura de aprendizaje generando compromiso, responsabilidad y acción. Desde el inicio, un proceso de Coaching ICC genera cambios y promueve creatividad, innovación y fundamentalmente alineación con los valores. Vivir un proceso de Coaching ICC así como recibir la formación, es “un antes y un después”. Así lo es en mi vida, un camino que no acabará nunca y que me permite ser cada vez más quien quiero ser. Esto me entusiasma y me genera una energía increíble para seguir avanzando. Generando un proceso de transformación en el ser, saber y hacer. Transformación positiva que promueve ser la mejor versión de las personas, los equipos y las organizaciones.
Bacterias intestinales: bienestar y salud
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Respecto a la microbiota y su relación con la salud y diversas enfermedades, existen hallazgos que ofrecen cada vez más información para la intervención y la prevención. Estoy convencida que la salud, el bienestar y la felicidad se logran a través del cuidado personal, y el conocimiento es un factor necesario. ¿Cómo implementar prácticas y hábitos de cuidado si no conocemos? Desde el desconocimiento podemos creer que nos cuidamos y sin embargo, estar haciendo lo contrario.\n\nAvanzando en la microbiota, sabemos que el 90 % de la serotonina se produce en el intestino. El hecho que la serotonina y otros neurotransmisores tengan tal presencial en el intestino da cuenta de la importancia del eje intestino-cerebro. Eje que incide en forma directa en la salud física, mental y emocional.\n\nLas evidencias proporcionadas por la investigación son contundentes respecto al valor de las bacterias intestinales en nuestro bienestar y felicidad.\n\nLa serotonina es un neurotransmisor y una hormona, ambos mensajeros del cuerpo. La serotonina en concreto incide en el estado ánimo y en las emociones así como también en la cognición. Impacta directamente en la atención y la concentración. Ejerce funciones en la temperatura corporal, el sistema gastro intestinal, las emociones, el estado de ánimo y la conducta, entre otros.\n\nAlteraciones en los niveles de serotonina, afectan el humor, generan labilidad emocional y su descenso está presente en la depresión, la ansiedad, la ira, la fatiga, el insomnio, entre otros.\n\nLa microbiota ejerce importantes funciones a nivel de las defensas del organismo, la nutrición y la conducta. Yolanda Sanz, investigadora, profesora y líder de unos de los proyectos más destacados en el mundo, sobre el microbioma humano, afirman que las bacterias intestinales producen neurotransmisores como la dopamina y la serotonina.\n\nExisten bacterias presentes en personas saludables, así como algunas ausentes en patologías. Está probado que los microbios intestinales, influyen en el comportamiento y la conducta. Por eso la fuerte relación entre estos microbios y la salud mental.\n\nSalud mental no es solamente ausencia de patologías psicológicas o psiquiátricas. Salud mental es bienestar psicológico y emocional. Nos atañe a todos y ocuparse del cuidado de la microbiota es cuidar la salud mental e integral.\n\nPara un microbioma sano es necesaria una buena nutrición así como el ejercicio y el sueño. Pero no alcanzan. Podremos alimentarnos en forma saludable, ejercitarnos diariamente pero: si vivimos en estrés, ansiedad o inestabilidad emocional, relaciones tóxicas, así como con quejas, juicios, pensamientos o interpretaciones negativas, la microbiota estará lamentablemente alterada. Y su alteración tiene consecuencias ya sean inmediatas o a largo plazo.\n\nEl ambiente entra en el cuerpo-mente y lo transforma. Todo lo que acontece en nuestro ambiente así como lo que generamos, nos afecta e impacta. La mente-cuerpo es un sistema integrado al entorno.\n\nEs necesario ocuparnos personalmente de nuestro bienestar emocional. ¿Qué hacer para lograrlo? ¡Mucho podemos hacer, mucho está en nuestras manos! Y mucho no es sinónimo de complejo: desde pequeñas cosas hasta la instalación de nuevos hábitos o la generación de nuevas situaciones de vida.\n\nHe compartido en anteriores artículos acerca la importancia de: sonreír, respirar por la nariz, tener una postura erguida, practicar la amabilidad y agradecer, entre otras muchas cosas. Parecería por lo tanto más simple que complejo realizar pequeñas grandes prácticas. Lo cual adquiere una relevancia especial, al conocer las grandes repercusiones de cada una de estas conductas, en la propia salud y felicidad.\n\nEl contacto con la naturaleza tiene una incidencia positiva muy valiosa. Así como los pensamientos positivos. Tengamos en cuenta que vemos el mundo como somos, por lo que, nuestras interpretaciones juegan un gran partido. La serotonina tiene su lugar, la evidencia da cuenta que la disminución en sus niveles favorece pensamientos negativos.\n\nLos pensamientos pueden parecer intrusivos y, en ocasiones, incluso dar la sensación de ser incontrolables; sin embargo, lo son. Somos seres que estamos dotados y tenemos la capacidad de gestionar pensamientos y emociones. Para lograrlo, se requiere de dedicación, voluntad y constancia.\n\nLa investigación da cuenta que podemos incidir en nuestra salud y aumentar los propios niveles de serotonina. Tenemos la posibilidad de cuidar nuestra salud microbiana. Se trata de transitar un proceso en el cual pongamos en práctica herramientas probadamente útiles: técnicas de relajación, participar de actividades que favorecen el autoconocimiento y la mayor consciencia de uno mismo. Lo cual nos da la oportunidad de modelar nuestros pensamientos, emociones y acciones.\n\nLa salud integral y a largo plazo es viable con conocimiento, involucramiento personal y compromiso. De la misma manera es viable el bienestar y la felicidad.”},{“component”:”hc_space”,”id”:”5ZtkF”,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”size”:””,”height”:””},{“component”:”hc_separator”,”id”:”NK5xA”,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”style”:””},{“component”:”hc_space”,”id”:”vuvyQ”,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”size”:””,”height”:””},{“component”:”hc_social_share_buttons”,”id”:”zZT7O”,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”type”:”circle_tt”,”position”:”left”,”link_type”:”share”,”text”:”COMPARTIR”,”social_colors”:false,”fb”:true,”fb_link”:””,”tw”:true,”tw_link”:””,”g+”:true,”g+_link”:””,”li”:true,”li_link”:””},{“component”:”hc_space”,”id”:”MRz5Q”,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”size”:””,”height”:””},{“component”:”hc_button”,”id”:”Nqdwb”,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”icon”:””,”style”:”circle”,”size”:””,”position”:”left”,”animation”:false,”text”:”Artículo en El Observador”,”link_type”:”classic”,”lightbox_animation”:””,”caption”:””,”inner_caption”:false,”new_window”:false,”link”:”https://www.elobservador.com.uy/nota/bacterias-intestinales-bienestar-y-salud-20241285027″,”link_content”:[],”lightbox_size”:””,”scrollbox”:false}]}],”section_settings”:””},”section_tlo79″:{“component”:”hc_section”,”id”:”section_tlo79″,”section_width”:””,”animation”:””,”animation_time”:””,”timeline_animation”:””,”timeline_delay”:””,”timeline_order”:””,”vertical_row”:””,”box_middle”:””,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”section_content”:[{“component”:”hc_column”,”id”:”column_PKma6″,”column_width”:”col-md-12″,”animation”:””,”animation_time”:””,”timeline_animation”:””,”timeline_delay”:””,”timeline_order”:””,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”main_content”:[{“component”:”hc_title_tag”,”id”:”v3PN5″,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”text”:”Más entradas del blog”,”tag”:”h2″},{“component”:”hc_space”,”id”:”ZmtSn”,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”size”:””,”height”:””},{“component”:”hc_pt_masonry_list”,”id”:”4XrbG”,”css_classes”:”col-center text-center middle-content “,”custom_css_classes”:”comienzos”,”custom_css_styles”:””,”post_type_slug”:”post”,”post_type_category”:”blog”,”column”:”col-md-4″,”row”:””,”margins”:””,”pagination_type”:”pagination_wp”,”pag_items”:””,”pag_lm_animation”:”fade-in”,”button_size”:”pagination”,”menu”:true,”menu_position”:”nav-center”,”menu_style”:”ms-rounded”,”auto_masonry”:false,”box”:”top_icon_image”,”boxed”:false,”boxed_inverse”:false,”button_text”:”+ info”,”button_style”:”square-border”,”button_dimensions”:””,”button_animation”:false,”hidden_content”:false,”extra_1″:true,”extra_2″:true,”content”:””,”title_length”:””,”excerpt_length”:””,”title_size”:””,”box_animation”:””,”custom_css”:”proximos”,”pag_scroll_top”:false,”pag_centered”:true,”pag_button_prev”:”Anterior”,”pag_button_next”:”Siguientes”,”lm_lazy”:false,”lm_button_text”:”Load more”,”data_options_pagination”:””}]}],”section_settings”:””},”scripts”:{“parallax”:”parallax.min.js”,”toolstip”:”bootstrap/js/bootstrap.popover.min.js”,”masonry”:”isotope.min.js”},”css”:{“content_box”:”css/content-box.css”},”css_page”:””,”template_setting”:{“settings”:{“id”:”settings”}},”template_setting_top”:{},”page_setting”:{“settings”:[“lock-mode-off”]},”post_type_setting”:{“settings”:{“image”:”https://mldpow0jtrp7.i.optimole.com/cb:dDX1.2c6b3/w:auto/h:auto/q:mauto/https://hcc.academy/wp-content/uploads/2024/01/0000179943.webp|450|784|999960394″,”excerpt”:””,”extra_1″:””,”extra_2″:””,”icon”:{“icon”:””,”icon_style”:””,”icon_image”:””}}}}
Bienestar y Aprendizaje
Somos seres integrales y sistémicos. Lo cual implica que todo tiene que ver con todo. Nuestros sistemas del cuerpo están íntimamente relacionados, son interdependientes. Lo mismo sucede con la mente y con la relación mente-cuerpo. Nada trabaja en solitario y los impactos en una pequeña parte del sistema, alcanza el todo. Así funciona nuestro sistema hacia adentro del mismo y hacia el afuera. El entorno influye en cada sistema. Entre el entorno y la carga genética, se transforma nuestro fenotipo. Ya lo hemos mencionado en artículos anteriores, nuestras experiencias reales o imaginarias, transforman el propio ADN. Cada persona tiene su estilo de afrontamiento -capacidad para desplegar estrategias cognitivas, emocionales, conductuales para resolver las demandas internas o externas-. En ocasiones esta capacidad de afrontamiento se ve desbordada y es posible que creamos que no podemos transitar el proceso con resolución exitosa. Incluso, podríamos creer que no tenemos la capacidad, la motivación o las herramientas suficientes. ¿Quién no ha sentido alguna vez, que no puede con esto o aquello? Es parte de la vida. Interesante tener en cuenta que somos seres con grandes capacidades, que podremos transitar estados de fragilidad. Considerar estados de instabilidad en lugar de ser debilitarnos, nos coloca en un lugar de mayores posibilidades. Para lograr bienestar, que en definitiva es calidad de vida, existe una clave que hace la diferencia: aprender. ¿Para qué es importante aprender? Dicen que los seres humanos somos los únicos que tropezamos con la misma piedra. Si bien es un dicho popular y vaya a saber de dónde surge, cada uno en la propia vida damos cuenta de ello. ¿Qué nos sucede? Sencillamente que no aprendimos y entonces, repetimos una y otra vez. Si aprendemos, podremos elegir no repetir. ¿Qué podemos hacer para aprender? Lo primero es hacernos parte, involucrarnos en la situación y observar. Mirarnos para adentro aún más que al afuera. Entender-nos: qué pensamos, sentimos y cómo actuamos. Comprender qué motiva ese comportamiento, esa cognición y esa emoción. Ser protagonistas requiere un locus de control interno -atribuir a uno mismo la capacidad de resolver e ir por lo que nos es valioso-. Es una estrategia para salir de la víctima pasiva, que aporta estrés al sistema. La víctima tiene un locus de control externo, es el entorno quien le hace. Sencillamente se minimiza y coloca el poder en el afuera. Desde la psicología sabemos que es la autoconsciencia lo que nos permite hacernos cargo. Al hacernos cargos podremos elegir y cambiar lo que sea. Es necesario definir qué es importante para uno y qué queremos positiva y específicamente, alcanzar. Digamos qué, cómo y cuándo. Se trate de un cambio, un estado, una cosa, una relación…, lo que sea. Es observar cada situación desde una mirada compasiva con uno mismo y los demás. Cabe hacer un paréntesis para recordar que juzgamos a los demás por lo que hacen y a nosotros mismos por las intenciones. Lo cual a priori, pareciera que nos deja bien parados, pero, en realidad nos aporta mayor vulnerabilidad. La postura crítica destructiva lo único que aporta es sufrimiento. Y es el que critica el más afectado. Todo el sistema se altera y se estresa: lo físico, lo emocional y lo cognitivo. Cuando el sistema se estresa, aparecen los trastornos, las disfunciones y las enfermedades en el cuerpo-mente, en las relaciones. Estos procesos se ven más alterados con los malos hábitos que tienden a acompañarlos y el combo está completo. Tenemos una bomba de tiempo que puede explotar aquí y ahora o en el futuro, cercano o lejano. El entorno también será afectado y serán los más queridos y cercanos, los más intoxicados. ¿Cómo el aprendizaje transforma este proceso y lo empodera? Cuando aplicamos reflexión y paulatinamente aumentamos la propia consciencia, nos responsabilizamos. Al hacerlo tendremos la capacidad de elegir. Con mayor consciencia, responsabilidad y eligiendo, activamos el circuito de la motivación-recompensa. Desde ese lugar, la calidad de vida mejora. El cuerpo-mente se beneficia de hormonas del bienestar y nos empoderamos. Todo lo cual, nos aporta también libertad. A días de terminar un año, podremos elegir celebrarlo desde el aprendizaje. Pasaron muchas cosas, algunas nos aportaron bienestar y felicidad, por lo tanto, salud. Otras, nos afectaron y hasta nos golpearon, más o menos fuerte, por lo que nos sentimos tristes y hasta agobiados. Es un buen momento para repasar el año con una mirada reflexiva, con una postura de aprendizaje. ¡Siempre se puede aprender! Luego elegimos si reforzar o eliminar y transformar-nos. Transitar ese viaje de memorias aprendiendo, también nos empodera porque creceremos. Es un proceso constante y continuo. Con más consciencia, es posible soñar el nuevo año siendo protagonista de la propia vida. Cada vez con más certeza que hay cosas que son propias y otras que no, cosas que dependen de uno y otras que no. Con la mayor claridad cada vez, aplicando esfuerzo y disciplina, tu cuerpo, tu mente y tu espíritu, se dirigirán hacia lo que definiste importante para ti. Y pareciera que aparece la magia. Es que hacemos que suceda. Si en algún momento o situación sentís que no podes, pedí ayuda y cuanto antes, mejor. Que el nuevo año sea de aprendizaje continuo y crecimiento constante para avanzar en tu propio bienestar mente-cuerpo e impactar positivamente en tu vida deseada y tu entorno. Transitarlo con consciencia, responsabilidad y compromiso, te abre las puertas a ser tú en esencia, lo cual desde el inicio del proceso aumenta tu bienestar, paz y felicidad. La mejor manera es probarlo.
¿Cómo mantener la salud de nuestro cerebro?
Una investigación del Barcelona Brain Health Initiative (BBHI) nos acerca interesantes evidencias sobre la salud cerebral. El Dr. Alvaro Pascual-Leone, catedrático del Harvard Medical School, dirige la investigación destinada a responder: ¿cómo mantener la salud de nuestro cerebro? El estudio comenzó en 2017 recopilando datos personales de los participantes sobre hábitos de vida, información médica, ejercicio físico, dieta, hábitos de sueño, inter relaciones, entrenamiento cognitivo y plan vital. Son más de 5700 voluntarios los que participan y 1000 de ellos en 2021 iniciaron un plan de intervención personalizado. En el estudio hacen referencia a 3 dimensiones: Propósito – tiene que ver con metas y aspiraciones Sentido de coherencia – la forma de entender la propia vida y el mundo Compromiso – el sentido de valor a la propia vida Entre los hallazgos se destaca que tener un proyecto de vida, propósitos y objetivos significativos aportan salud cerebral y mejor desempeño cognitivo. Es decir que las personas con un proyecto vital son más sanas. Proyecto que podrá ir transformándose a lo largo de vida, según los intereses, las circunstancias y hasta la edad. Lo importante es poseer un proyecto vital. ¡La razón por la que cada mañana nos levantamos! Para que dicho proyecto vital tenga la cualidad de aportar salud, no debe estar centrado en uno mismo. Es importante que exista impacto positivo en otras personas. ¡Se trata de transcender a uno mismo! Tener un proyecto de vida además aporta ilusión. Esa capacidad humana de ilusionarnos, impacta positivamente en nuestra mente-cuerpo. Al ilusionarnos con un sueño o una meta, se producen cambios en el cerebro. El mismo genera dopamina, que es el neurotransmisor especialmente involucrado en la motivación y la recompensa. Está demostrado que la cantidad de dopamina en el organismo influye en las expectativas de ser feliz. Diversos estudios lo afirman, al aumentar la dopamina, aumentan las expectativas de la propia felicidad. ¡Aún más! No solamente consumar un sueño tienen estas bondades para el propio cerebro, salud integral y bienestar. La ilusión y el imaginar el logro del sueño, así como transitar el proceso para alcanzarlo, aumenta la felicidad. Al imaginar la recompensa, nuestro cerebro genera dopamina lo cual fortalece la motivación. Al ilusionarnos además, transformamos células madre en neuronas y por lo tanto aumenta la riqueza y las conexiones cerebrales. Es así como debido a la neuroplasticidad, se producen cambios reales en la estructura y función del cerebro. Cambiamos y transformamos el propio cerebro e impactamos en el resto del organismo. De la investigación del BBHI se desprenden 5 recomendaciones en relación al proyecto vital: Poner foco en objetivos significativos basados en valores Actitud positiva y coherente Conocer las propias habilidades, cultivarlas y utilizarlas Conocer y aceptar las propias limitaciones Orientarse en la satisfacción propia en lugar del reconocimiento externo En cada etapa de la vida y ante cualquier circunstancia podemos transformar y transformarnos. Esta es una capacidad que poseemos todos los seres humanos. Un cerebro ilusionado, es un cerebro sano.
Las neuronas del corazón: descubrimientos de grandes médicos y neurocientíficos del mundo
{“main-title”:{“component”:”hc_title”,”id”:”main-title”,”title”:”Las palabras no son inocentes”,”subtitle”:”El corazón posee miles de neuronas que tienen impacto en la mente y en el cuerpo. Los hallazgos aseguran que cuando las personas gozamos de la coherencia del corazón, reina la armonía. Por el contrario, ante la incoherencia, reina el caos”,”title_content”:{“component”:”hc_title_image”,”id”:”title-image”,”image”:”https://hcc.academy/wp-content/uploads/2023/10/1697341517106-1024×683.webp|780|1170|999960316″,”full_screen”:false,”full_screen_height”:””,”parallax”:true,”bleed”:””,”ken_burn”:””,”overlay”:”transparent-dark”,”breadcrumbs”:false,”white”:true}},”section_5ZtkF”:{“component”:”hc_section”,”id”:”section_5ZtkF”,”section_width”:””,”animation”:””,”animation_time”:””,”timeline_animation”:””,”timeline_delay”:””,”timeline_order”:””,”vertical_row”:””,”box_middle”:””,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”section_content”:[{“component”:”hc_column”,”id”:”column_vtfQF”,”column_width”:”col-md-12″,”animation”:””,”animation_time”:””,”timeline_animation”:””,”timeline_delay”:””,”timeline_order”:””,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”main_content”:[{“component”:”hc_wp_editor”,”id”:”Xhugf”,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”editor_content”:”J. Andrew Armour descubrió la existencia de más de 40.000 neuronas en el corazón. Además de neuronas, este sistema nervioso cuasi-independiente, está compuesto por proteínas, células de apoyo y neurotransmisores. El cerebro del corazón está en conexión con el cerebro y le envía más información de la que recibe del mismo.\nLa comunicación del sistema nervioso del corazón se da a través de 4 vías: neurotransmisores, ondas de presión, electromagnética e impulsos nerviosos. Cada una de estas vías tiene una relevancia particular, pudiendo inhibir o activar el encéfalo.\n\nEl sistema nervioso del corazón, tiene incidencia en la homeostasis, es decir el equilibrio del organismo. Incide en el estrés o el bienestar, la enfermedad o la salud. Dicho sistema libera hormonas como la adrenalina en momentos de exigencia y también la hormona del amor: la oxitocina. Regula la tensión arterial e incide en la respiración. Tan poderoso es nuestro corazón, que su expresión alcanza todo el cuerpo.\n\nAseguró el famoso médico y neurocientífico francés, David Servan-Schreiber: ‘si existiera un medicamento que permitiese armonizar la íntima relación entre el corazón y el cerebro, tendria efectos beneficiosos sobre el conjunto del organismo. Retrasaría el envejecimiento, reduciría el estrés y el cansancio, acabaría con la ansiedad y nos protegería de la depresión. Por la noche, nos ayudaría a dormir mejor; y durante el día, a funcionar al máximo de nuestras capacidades, concentración y precisión.’\n\nSi bien ese medicamento no existe hasta el momento, está al alcance de todos influir en el cerebro de nuestros corazones. Así como en su relación con el cerebro y el resto del cuerpo-mente. El corazón percibe aún antes que el cerebro. También aprende, recuerda y tiene la capacidad de transformarse.\n\nEl corazón está íntimamente relacionado al cerebro emocional y ambos son interdependientes así como se inter-influyen. Los latidos del corazón reflejan el vaivén entre el cerebro emocional y el corazón. Por años hemos puesto en un podio al cerebro y el corazón subordinado al mismo. Los hallazgos dan cuenta lo poderoso e\nincidente que es el cerebro que posee el corazón.\n\nLa variabilidad cardíaca -los intervalos entre latido y latido y del corazón- no es exacta en la salud. Cabe aclarar que dicha variabilidad nada tiene que ver con la taquicardia, arritmias y otras alteraciones. La variabilidad cardíaca coherente tiene ondas amplias y se produce tanto con emociones como con pensamientos positivos. Se relaciona con armonía fisiológica y como decíamos refleja salud. Implica ahorro de energía al organismo y por ello aporta energía y vitalidad.\n\nContrariamente, la variabilidad caótica, es incoherente y desordenada. Aparece ante emociones y pensamientos negativos. Esta última se relaciona con disfunciones y enfermedades. Exige mucha energía y fatiga al organismo.\n\nServan-Schreiber fue sujeto de estudio comprobando la forma en que diversas experiencias alteraban el intervalo en su frecuencia cardíaca. Cuando el intervalo era más corto, el corazón latía más rápido. Cuando el intervalo era más largo, el corazón disminuía la velocidad de latido. Tan solo con realizar cálculos mentales simples su corazón latió más rápido y consumió más energía. Al recordar una experiencia positiva la aceleración de su corazón disminuyó y evidenció coherencia cardíaca. Ambas experiencias fueron imperceptibles para el médico observado. Por lo que, se concluye que las diversas experiencias en el día a día, afectan la coherencia cardíaca, aún siendo imperceptible para nuestra consciencia. Las experiencias vividas afectan al corazón, su sistema nervioso e impactan en el resto del cuerpo.\n\nLas ondas cerebrales se sincronizan al ritmo cardíaco, evidenciando que el corazón manda al cerebro. La coherencia cardíaca influye en el resto de los ritmos fisiológicos con los cuales se sincroniza, en especial con la respiración y la presión arterial.\n\nEl ritmo cardíaco también se sincroniza con las demás personas y más cuando existe una relación. Somos afectados por el corazón del otro, así como afectamos a su corazón, para bien o para mal.\n\n¿Podemos intervenir positivamente en el corazón e influir en el cerebro y el resto del cuerpo? La respuesta es sí.\n¿Cómo activamos la coherencia y por tanto repercutimos en la armonía física y mental? Te comparto 13 maneras a través de los cuales podrás entrenar la coherencia cardíaca y obtener sus beneficios de salud y bienestar:\n\n1. Observar los propios pensamientos\n2. Transformar pensamientos negativos en positivos (por ejemplo en aprendizajes)\n3. Cultivar y activar emociones positivas\n4. Agradecer\n5. Meditar\n6. No juzgar\n7. Escuchar al otro\n8. Rodearte de personas positivas\n9. Colaborar y cooperar\n10. Trabajar en la propia flexibilidad\n11. Gestionar el miedo, el estrés y el enojo\n\nAgregando a lo anterior, la técnica de coherencia cardíaca mejora el rendimiento físico y mental. Dicha técnica consiste en prestar atención a la respiración y practicar la atención plena para mejorar la vida diaria. De esta manera podrás influir positivamente en tu propia salud y aportar bienestar también a quienes te rodean.”},{“component”:”hc_space”,”id”:”5ZtkF”,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”size”:””,”height”:””},{“component”:”hc_separator”,”id”:”NK5xA”,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”style”:””},{“component”:”hc_space”,”id”:”vuvyQ”,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”size”:””,”height”:””},{“component”:”hc_social_share_buttons”,”id”:”zZT7O”,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”type”:”circle_tt”,”position”:”left”,”link_type”:”share”,”text”:”COMPARTIR”,”social_colors”:false,”fb”:true,”fb_link”:””,”tw”:true,”tw_link”:””,”g+”:true,”g+_link”:””,”li”:true,”li_link”:””},{“component”:”hc_space”,”id”:”MRz5Q”,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”size”:””,”height”:””},{“component”:”hc_button”,”id”:”Nqdwb”,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”icon”:””,”style”:”circle”,”size”:””,”position”:”left”,”animation”:false,”text”:”Artículo en El Observador”,”link_type”:”classic”,”lightbox_animation”:””,”caption”:””,”inner_caption”:false,”new_window”:false,”link”:”https://www.elobservador.com.uy/nota/que-son-las-creencias-limitantes-y-por-que-nos-obstaculizan-en-la-vida–20231015029″,”link_content”:[],”lightbox_size”:””,”scrollbox”:false}]}],”section_settings”:””},”section_tlo79″:{“component”:”hc_section”,”id”:”section_tlo79″,”section_width”:””,”animation”:””,”animation_time”:””,”timeline_animation”:””,”timeline_delay”:””,”timeline_order”:””,”vertical_row”:””,”box_middle”:””,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”section_content”:[{“component”:”hc_column”,”id”:”column_PKma6″,”column_width”:”col-md-12″,”animation”:””,”animation_time”:””,”timeline_animation”:””,”timeline_delay”:””,”timeline_order”:””,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”main_content”:[{“component”:”hc_title_tag”,”id”:”v3PN5″,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”text”:”Más entradas del blog”,”tag”:”h2″},{“component”:”hc_space”,”id”:”ZmtSn”,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”size”:””,”height”:””},{“component”:”hc_pt_masonry_list”,”id”:”4XrbG”,”css_classes”:”col-center text-center middle-content “,”custom_css_classes”:”comienzos”,”custom_css_styles”:””,”post_type_slug”:”post”,”post_type_category”:”blog”,”column”:”col-md-4″,”row”:””,”margins”:””,”pagination_type”:”pagination_wp”,”pag_items”:””,”pag_lm_animation”:”fade-in”,”button_size”:”pagination”,”menu”:true,”menu_position”:”nav-center”,”menu_style”:”ms-rounded”,”auto_masonry”:false,”box”:”top_icon_image”,”boxed”:false,”boxed_inverse”:false,”button_text”:”+ info”,”button_style”:”square-border”,”button_dimensions”:””,”button_animation”:false,”hidden_content”:false,”extra_1″:true,”extra_2″:true,”content”:””,”title_length”:””,”excerpt_length”:””,”title_size”:””,”box_animation”:””,”custom_css”:”proximos”,”pag_scroll_top”:false,”pag_centered”:true,”pag_button_prev”:”Anterior”,”pag_button_next”:”Siguientes”,”lm_lazy”:false,”lm_button_text”:”Load more”,”data_options_pagination”:””}]}],”section_settings”:””},”scripts”:{“parallax”:”parallax.min.js”,”toolstip”:”bootstrap/js/bootstrap.popover.min.js”,”masonry”:”isotope.min.js”},”css”:{“content_box”:”css/content-box.css”},”css_page”:””,”template_setting”:{“settings”:{“id”:”settings”}},”template_setting_top”:{},”page_setting”:{“settings”:[“lock-mode-off”]},”post_type_setting”:{“settings”:{“image”:”https://hcc.academy/wp-content/uploads/2023/10/1697341517106-1024×683.webp|780|1170|999960316″,”excerpt”:””,”extra_1″:””,”extra_2″:””,”icon”:{“icon”:””,”icon_style”:””,”icon_image”:””}}}}
¿Qué son las creencias limitantes y por qué nos obstaculizan en la vida?
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En términos generales, las creencias son ‘verdades que damos por hecho’. Son pensamientos, una suerte de ‘certezas’ sobre cómo somos, cómo son los demás y cómo es el mundo. Abarcan el pasado, el presente y el futuro. Se originan tanto a nivel consciente como subconsciente e incluso inconsciente. Algunas de ellas las heredamos y otras las construimos. ¿Cómo las heredamos? Las expectativas de los padres, el proceso de gestación, las creencias familiares, entre otras cosas, son parte del niño que llega a una familia particular. En adelante, se construyen a través de la experiencia, del aprendizaje en todos sus formatos. En ocasiones, ni siquiera sabemos de dónde provienen y por lo general, no las cuestionamos. Actúan en nosotros en forma automática.\n\nEn muchos casos son útiles para simplificar nuestra vida, sin la necesidad de estar pensando el qué y para qué de las muchas cosas que hacemos diariamente. Lo mismo podemos decir con lo que sentimos y pensamos. Las creencias son personales pero a la vez compartidas y pueden influir en la forma en que percibimos y experimentamos el mundo. Un ejemplo histórico de creencia limitante, fue la idea de que la Tierra era plana. Si nos trasladamos en el tiempo, la cantidad de energía que habrá implicado a los defensores y detractores de esta afirmación. Evidencias van y vienen y resulta que el mundo estaba dividido entre aquellos que aseveraban que la tierra era plana, los que no y los que dejaban lugar a la duda. ¿Sucede actualmente? Muchísimos son los asuntos que, basados en creencias, dividen y distancian a las personas. Con o sin evidencia es bastante común defender lo que creemos. Es como que nos fuera la vida justo porque se trata de temas relacionados a nuestra identidad.\n\nAdemás de la experiencia propia, de la educación, la cultura y la historia, aspectos filogenéticos y relativos a la especie son parte de la Información en nuestro ADN. Información que cada muchísimos años tiene transformaciones relativas a la adaptación, con el fin de la supervivencia.\n\nNuestras memorias personales contribuyen a nuestra identidad y están impregnadas de creencias. El ‘aquí v ahora’ está en cierta manera determinado por nuestras creencias. El futuro también se colorea de nuestras creencias, tanto las empoderadoras como las limitantes. Nuestras expectativas tendrán su base en lo que creemos. Como dijo Henry Ford, ‘Tanto si crees que puedes como si crees que no puedes, estás en lo cierto”.\n\nTenemos creencias sobre la paz, la felicidad, las oportunidades y de los tantos aspectos que conforman la vida. Estas creencias moldean nuestra percepción, atención y comportamiento en general. Conocer nuestras creencias influye en nuestra libertad. Las mismas, afectan nuestra biología, tal como se evidencia en el efecto placebo y el efecto nocebo.\n\nLas creencias nos disponen a la acción o la no acción y elicitan estados mentales y emocionales. Las diversas creencias conforman y se organizan en sistemas psicológicos de creencias. Tienen la cualidad de ser consistentes cognitivamente, es decir, que siguen una lógica. Esa lógica o ‘explicación racional’ que le damos a las cosas es lo que nos permite estar convencidos de nuestras creencias. ¿Hasta cuándo? Hasta que no se demuestre lo contrario.\n\n¿Por qué defendemos nuestras creencias incluso si nos hacen daño? La respuesta es simple: nos brindan seguridad y por lo que hemos mencionado: forman parte de nuestra identidad. Las creencias limitantes son obstáculos que en muchas ocasiones, creamos nosotros mismos. Cuando sufrimos, cuando no nos entendemos a nosotros y a otros, cuando nos encontramos en un conflicto, estamos ante la invitación a revisar nuestras creencias. En ellas encontraremos información valiosa para iniciar el proceso de cambio.\n\n¿Se pueden realmente cambiar las creencias limitantes? Se puede. ¿Qué pensabas de la Navidad cuando eras niño? ¿Y ahora? Como estarás pensando, cambian por el devenir de la vida. También podemos cambiarlas con voluntad. El primer paso es detenernos y reflexionar para identificar nuestras creencias limitantes. Una vez conscientes de ellas, podemos buscar el significado que tuvieron hasta ese momento. Para entonces elegir nuevas creencias que nos sean funcional y positivas. Esto implica instaurar nuevos hábitos cognitivos, emocionales y conductuales que respalden las nuevas creencias. Cuando el proceso tiene éxito simplemente hacen parte de nuestro repertorio cognitivo, conductual y emocional.\n\nSon tan relevantes las creencias que las mismas son centrales en los procesos psicológicos y programas de desarrollo. Reconocidos referentes de la psicología han creado instrumentos diagnósticos y planes de tratamientos para intervenir justamente en las creencias. ¿Para qué? Para crear salud, bienestar y felicidad.”},{“component”:”hc_space”,”id”:”5ZtkF”,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”size”:””,”height”:””},{“component”:”hc_separator”,”id”:”NK5xA”,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”style”:””},{“component”:”hc_space”,”id”:”vuvyQ”,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”size”:””,”height”:””},{“component”:”hc_social_share_buttons”,”id”:”zZT7O”,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”type”:”circle_tt”,”position”:”left”,”link_type”:”share”,”text”:”COMPARTIR”,”social_colors”:false,”fb”:true,”fb_link”:””,”tw”:true,”tw_link”:””,”g+”:true,”g+_link”:””,”li”:true,”li_link”:””},{“component”:”hc_space”,”id”:”MRz5Q”,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”size”:””,”height”:””},{“component”:”hc_button”,”id”:”Nqdwb”,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”icon”:””,”style”:”circle”,”size”:””,”position”:”left”,”animation”:false,”text”:”Artículo en El Observador”,”link_type”:”classic”,”lightbox_animation”:””,”caption”:””,”inner_caption”:false,”new_window”:false,”link”:”https://www.elobservador.com.uy/nota/que-son-las-creencias-limitantes-y-por-que-nos-obstaculizan-en-la-vida–20231015029″,”link_content”:[],”lightbox_size”:””,”scrollbox”:false}]}],”section_settings”:””},”section_tlo79″:{“component”:”hc_section”,”id”:”section_tlo79″,”section_width”:””,”animation”:””,”animation_time”:””,”timeline_animation”:””,”timeline_delay”:””,”timeline_order”:””,”vertical_row”:””,”box_middle”:””,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”section_content”:[{“component”:”hc_column”,”id”:”column_PKma6″,”column_width”:”col-md-12″,”animation”:””,”animation_time”:””,”timeline_animation”:””,”timeline_delay”:””,”timeline_order”:””,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”main_content”:[{“component”:”hc_title_tag”,”id”:”v3PN5″,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”text”:”Más entradas del blog”,”tag”:”h2″},{“component”:”hc_space”,”id”:”ZmtSn”,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”size”:””,”height”:””},{“component”:”hc_pt_masonry_list”,”id”:”4XrbG”,”css_classes”:”col-center text-center middle-content “,”custom_css_classes”:”comienzos”,”custom_css_styles”:””,”post_type_slug”:”post”,”post_type_category”:”blog”,”column”:”col-md-4″,”row”:””,”margins”:””,”pagination_type”:”pagination_wp”,”pag_items”:””,”pag_lm_animation”:”fade-in”,”button_size”:”pagination”,”menu”:true,”menu_position”:”nav-center”,”menu_style”:”ms-rounded”,”auto_masonry”:false,”box”:”top_icon_image”,”boxed”:false,”boxed_inverse”:false,”button_text”:”+ info”,”button_style”:”square-border”,”button_dimensions”:””,”button_animation”:false,”hidden_content”:false,”extra_1″:true,”extra_2″:true,”content”:””,”title_length”:””,”excerpt_length”:””,”title_size”:””,”box_animation”:””,”custom_css”:”proximos”,”pag_scroll_top”:false,”pag_centered”:true,”pag_button_prev”:”Anterior”,”pag_button_next”:”Siguientes”,”lm_lazy”:false,”lm_button_text”:”Load more”,”data_options_pagination”:””}]}],”section_settings”:””},”scripts”:{“parallax”:”parallax.min.js”,”toolstip”:”bootstrap/js/bootstrap.popover.min.js”,”masonry”:”isotope.min.js”},”css”:{“content_box”:”css/content-box.css”},”css_page”:””,”template_setting”:{“settings”:{“id”:”settings”}},”template_setting_top”:{},”page_setting”:{“settings”:[“lock-mode-off”]},”post_type_setting”:{“settings”:{“image”:”https://hcc.academy/wp-content/uploads/2023/10/1696022580116-1024×576.webp|658|1170|999960291″,”excerpt”:””,”extra_1″:””,”extra_2″:””,”icon”:{“icon”:””,”icon_style”:””,”icon_image”:””}}}}
Más de 5 sentidos y su incidencia en la salud física y mental
{“main-title”:{“component”:”hc_title”,”id”:”main-title”,”title”:”Las palabras no son inocentes”,”subtitle”:”Existen dos sentidos adicionales a los clásicamente conocidos que dan cuenta de la integración cuerpo-mente, y ofrecen una valiosa oportunidad para detectar, prevenir y mejorar la salud física y mental”,”title_content”:{“component”:”hc_title_image”,”id”:”title-image”,”image”:”https://hcc.academy/wp-content/uploads/2023/09/1694817191784-1024×683.webp|780|1170|999960282″,”full_screen”:false,”full_screen_height”:””,”parallax”:true,”bleed”:””,”ken_burn”:””,”overlay”:”transparent-dark”,”breadcrumbs”:false,”white”:true}},”section_5ZtkF”:{“component”:”hc_section”,”id”:”section_5ZtkF”,”section_width”:””,”animation”:””,”animation_time”:””,”timeline_animation”:””,”timeline_delay”:””,”timeline_order”:””,”vertical_row”:””,”box_middle”:””,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”section_content”:[{“component”:”hc_column”,”id”:”column_vtfQF”,”column_width”:”col-md-12″,”animation”:””,”animation_time”:””,”timeline_animation”:””,”timeline_delay”:””,”timeline_order”:””,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”main_content”:[{“component”:”hc_wp_editor”,”id”:”Xhugf”,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”editor_content”:”La interocepción es uno de esos sentidos que nos proporciona información sobre lo que ocurre dentro de nuestro cuerpo. A través de este sentido, sabemos si tenemos hambre o estamos saciados. ¿Sabías que existen personas que no son capaces de reconocer la saciedad? Por eso consumen más alimentos de los que realmente requiere su organismo. No es necesario aclarar que esto trae consecuencias significativas en términos de sobrepeso con todas sus implicancias. En el opuesto, existen personas que no registran la necesidad de alimentarse y pasan largos períodos sin nutrirse o hidratarse, con las consecuencias que acarrea. ¿Cómo la interocepción es evidencia de la influencia del cuerpo en la mente y viceversa? Siguiendo con el ejemplo de la alimentación, el hambre con base psicológica, es decir, la necesidad de comer como respuesta a emociones como ansiedad, angustia o fatiga, da cuenta de la estrecha conexión cuerpo-mente.\n\nA través de la interocepción podemos sentir los latidos de nuestro corazón, el fluir de nuestra sangre, el estado de nuestra respiración y mucho más. ¿Cuál es la utilidad de estar conscientes de lo que sucede en nuestro cuerpo? Para detectar necesidades, reconocerlas en forma acertada y actuar en consecuencia. Esto nos posibilita prevenir enfermedades, obtener atención temprana en caso de desvíos y potenciar nuestra salud física y emocional. Al prestar atención a nuestras sensaciones corporales, aumentamos la eficiencia en la toma de decisiones y en la resolución de problemas. La evidencia indica que una mayor interocepción se relaciona con un mejor aprendizaje, mayor autoconocimiento y autoconsciencia.\n\nConocernos más cada vez nos permite entender lo que nos sucede. Al estar conscientes de nuestro cuerpo podemos identificar nuestras emociones. Cada emoción tiene un patrón de activación corporal único y singular de cada uno. Al aumentar la interocepción es posible conocer el mapa de ruta que sigue cada emoción. Así tendremos información de las diversas señales que se van activando una seguida de la otra en nuestro cuerpo. También se hace posible identificar el gráfico de activación y desactivación, lo que es fundamental para la gestión de cada emoción. La interocepción es evidencia que el cuerpo ‘habla’ tanto a nivel físico como mental. Al ser capaces de reconocer cada mensaje, podremos influir en nuestra salud y bienestar.\n\nEsto no implica entrar en un estado de hiper-alerta, sino simplemente prestar atención a lo que experimentamos. La atención excesiva podría generar estados de ansiedad que son opuestos al bienestar y la salud. La propuesta saludable es conocernos cada vez más y mejor. Estar plenamente presentes en nuestro cuerpo en el momento y aprender de él para tomar decisiones que beneficien a nuestro cuerpo-mente.\n\nOtro sentido igualmente importante es la propiocepción, el cual refiere al sistema sensorial interno que nos proporciona información sobre la postura y el movimiento. ¿Para qué nos sirve? Más allá de simplemente saber si estamos sentados o de pie, la propiocepción nos permite generar movimientos conscientes, comprender el estado de nuestro cuerpo y desarrollar nuevas habilidades motrices. Es esencial en el aprendizaje de deportes y cualquier destreza nueva. Resulta útil para mantener el equilibrio y corregir disfunciones posturales. La propiocepción está vinculada al entrenamiento y al desarrollo de la fuerza, así como al repertorio de movimientos del ser humano.\n\n¿Cómo se relaciona la propiocepción con la mente? La postura y la calidad de nuestros movimientos reflejan nuestro estado de salud emocional. Diferentes emociones como el estrés, la angustia y la alegría, se manifiestan a través de posturas corporales características. ¿Sabías que a través de la postura podemos cambiar nuestras emociones? Te invito a probarlo: cuando te sientas cansado, intenta sentarte cómoda y erguidamente, respirando profundamente y de manera serena. Si en algún momento estás triste o tenés ganas de llorar, probá mirar para arriba y/o sonreír. Esto cambiará de inmediato la intensidad de la emoción, la que se irá transformando. ¿Sabias que sonreír tiene el poder de predisponernos hacia un estado emocional positivo? Es así tanto para uno mismo como para los demás. De esta misma manera sucede con todo nuestro repertorio emocional.\n\nInterocepción y propiocepción son dos fuentes de contenido de alto valor. Junto con los demás sentidos nos proporcionan información acerca del mundo y de uno mismo. Interocepción y propiocepción nos proporcionan acceso a las señales sutiles de nuestro cuerpo, desafiándonos a comprendernos a un nivel más profundo.\n\nEste enfoque en la conexión cuerpo-mente nos invita a explorar nuevas formas para potenciar nuestra calidad de vida. Reconocer la importancia del autoconocimiento y la autoconsciencia, es un viaje hacia la optimización de la salud y el bienestar.”},{“component”:”hc_space”,”id”:”5ZtkF”,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”size”:””,”height”:””},{“component”:”hc_separator”,”id”:”NK5xA”,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”style”:””},{“component”:”hc_space”,”id”:”vuvyQ”,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”size”:””,”height”:””},{“component”:”hc_social_share_buttons”,”id”:”zZT7O”,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”type”:”circle_tt”,”position”:”left”,”link_type”:”share”,”text”:”COMPARTIR”,”social_colors”:false,”fb”:true,”fb_link”:””,”tw”:true,”tw_link”:””,”g+”:true,”g+_link”:””,”li”:true,”li_link”:””},{“component”:”hc_space”,”id”:”MRz5Q”,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”size”:””,”height”:””},{“component”:”hc_button”,”id”:”Nqdwb”,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”icon”:””,”style”:”circle”,”size”:””,”position”:”left”,”animation”:false,”text”:”Artículo en El Observador”,”link_type”:”classic”,”lightbox_animation”:””,”caption”:””,”inner_caption”:false,”new_window”:false,”link”:”https://www.elobservador.com.uy/nota/mas-de-5-sentidos-y-su-incidencia-en-la-salud-fisica-y-mental-20239175049″,”link_content”:[],”lightbox_size”:””,”scrollbox”:false}]}],”section_settings”:””},”section_tlo79″:{“component”:”hc_section”,”id”:”section_tlo79″,”section_width”:””,”animation”:””,”animation_time”:””,”timeline_animation”:””,”timeline_delay”:””,”timeline_order”:””,”vertical_row”:””,”box_middle”:””,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”section_content”:[{“component”:”hc_column”,”id”:”column_PKma6″,”column_width”:”col-md-12″,”animation”:””,”animation_time”:””,”timeline_animation”:””,”timeline_delay”:””,”timeline_order”:””,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”main_content”:[{“component”:”hc_title_tag”,”id”:”v3PN5″,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”text”:”Más entradas del blog”,”tag”:”h2″},{“component”:”hc_space”,”id”:”ZmtSn”,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”size”:””,”height”:””},{“component”:”hc_pt_masonry_list”,”id”:”4XrbG”,”css_classes”:”col-center text-center middle-content “,”custom_css_classes”:”comienzos”,”custom_css_styles”:””,”post_type_slug”:”post”,”post_type_category”:”blog”,”column”:”col-md-4″,”row”:””,”margins”:””,”pagination_type”:”pagination_wp”,”pag_items”:””,”pag_lm_animation”:”fade-in”,”button_size”:”pagination”,”menu”:true,”menu_position”:”nav-center”,”menu_style”:”ms-rounded”,”auto_masonry”:false,”box”:”top_icon_image”,”boxed”:false,”boxed_inverse”:false,”button_text”:”+ info”,”button_style”:”square-border”,”button_dimensions”:””,”button_animation”:false,”hidden_content”:false,”extra_1″:true,”extra_2″:true,”content”:””,”title_length”:””,”excerpt_length”:””,”title_size”:””,”box_animation”:””,”custom_css”:”proximos”,”pag_scroll_top”:false,”pag_centered”:true,”pag_button_prev”:”Anterior”,”pag_button_next”:”Siguientes”,”lm_lazy”:false,”lm_button_text”:”Load more”,”data_options_pagination”:””}]}],”section_settings”:””},”scripts”:{“parallax”:”parallax.min.js”,”toolstip”:”bootstrap/js/bootstrap.popover.min.js”,”masonry”:”isotope.min.js”},”css”:{“content_box”:”css/content-box.css”},”css_page”:””,”template_setting”:{“settings”:{“id”:”settings”}},”template_setting_top”:{},”page_setting”:{“settings”:[“lock-mode-off”]},”post_type_setting”:{“settings”:{“image”:”https://hcc.academy/wp-content/uploads/2023/09/1694817191784-1024×683.webp|780|1170|999960282″,”excerpt”:””,”extra_1″:””,”extra_2″:””,”icon”:{“icon”:””,”icon_style”:””,”icon_image”:””}}}}
La esperanza y su relación con la alegría y la salud física y mental
{“main-title”:{“component”:”hc_title”,”id”:”main-title”,”title”:”Las palabras no son inocentes”,”subtitle”:”La evidencia científica indica que la esperanza se relaciona con la autoeficacia, la autoestima positiva y estrategias de afrontamiento efectivas”,”title_content”:{“component”:”hc_title_image”,”id”:”title-image”,”image”:”https://hcc.academy/wp-content/uploads/2023/08/1693058987912-1024×683.webp|780|1170|999960267″,”full_screen”:false,”full_screen_height”:””,”parallax”:true,”bleed”:””,”ken_burn”:””,”overlay”:”transparent-dark”,”breadcrumbs”:false,”white”:true}},”section_5ZtkF”:{“component”:”hc_section”,”id”:”section_5ZtkF”,”section_width”:””,”animation”:””,”animation_time”:””,”timeline_animation”:””,”timeline_delay”:””,”timeline_order”:””,”vertical_row”:””,”box_middle”:””,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”section_content”:[{“component”:”hc_column”,”id”:”column_vtfQF”,”column_width”:”col-md-12″,”animation”:””,”animation_time”:””,”timeline_animation”:””,”timeline_delay”:””,”timeline_order”:””,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”main_content”:[{“component”:”hc_wp_editor”,”id”:”Xhugf”,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”editor_content”:”Desde la psicología entendemos que la esperanza es rasgo y a la vez estado. Favorece la alegría y el bienestar. Tiene implicancias directas en la salud física y mental así como en el rendimiento. Tanto si tenemos la predisposición a ella como si no, es posible desarrollarla y aprenderla.\n\n¿Para qué desarrollar la esperanza? La respuesta es tan sencilla como poderosa, y viene de la mano de evidencias que derivan de diversas investigaciones. Las mismas aseguran que la esperanza se relaciona con salud y bienestar psicológico. La esperanza es importante tanto para los buenos momentos como para aquellos que consideramos difíciles. La esperanza favorece la ilusión, la alegría y la motivación. Provee energía y confianza tanto en las propias capacidades como en el futuro. La esperanza en el futuro nos proporciona calidad de vida en el presente.\n\nDufault y Martocchio hacen referencia a tres dimensiones contenidas en la esperanza:\n \n \t la dimensión cognitivo-temporal, que tiene que ver con la evaluación de los resultados realistas y desafiantes. \n \t la dimensión afectiva-conductual, que hace referencia a la confianza en uno mismo para ir por lo que se aspira. \n \t la dimensión afiliativa-contextual que incorpora tanto aspectos relacionales con uno mismo como con los demás, así como el aspecto espiritual. \n \nLa evidencia científica indica que la esperanza se relaciona con la autoeficacia, la autoestima positiva y estrategias de afrontamiento efectivas. En este sentido, personas con enfermedades en general y también terminales, logran mayores beneficios por el hecho de tener esperanza. Se involucran en sus tratamientos con mayor optimismo y resultados. La esperanza los impulsa y cuando se agrega el condimento espiritual, -sea la fe y/o las creencias en alguien/algo más allá- los pronósticos son aún mejores. La esperanza invita a establecer hábitos saludables aunque impliquen esfuerzo.\n\nLas investigaciones también concluyen que las personas con esperanza tienen mejor desempeño laboral y académico. Y aún hay más, las personas con esperanza tienen mejores relaciones interpersonales tanto a nivel de pareja, amigos, familia y relaciones sociales en general.\n\nLas personas con altos niveles de esperanza diseñan metas y confían que las lograrán, tienen creencias positivas de sí mismos y de su capacidad tanto para ir por lo que quieren como para sortear obstáculos y ser exitosos. Serán capaces de buscar caminos alternativos y nuevas opciones. Logran comprometerse, responsabilizarse e involucrarse activamente.\n\nDebido a que la esperanza provee de una visión de futuro positiva y serena, es un antídoto contra el estrés y también contra la depresión. De hecho una característica de la depresión y un indicador de la misma, es la desesperanza. ¿Qué es la desesperanza? La desesperanza implica un estado de pesimismo con pensamientos negativos asociados y un sin sentido que genera indefensión y desaliento.\n\n¿Cómo fortalecer la esperanza? ¡Soñando! Soñar en grande es una buena y efectiva forma para desarrollarla. Es importante utilizar la imaginación para proyectarnos viviendo ese sueño e involucrarnos activamente en el logro del mismo. Quizá no tengamos claro aún cómo alcanzarlo pero sí podemos escribirlo como un cuento y detallar qué exactamente estaremos haciendo. En los sueños todo es posible así que, las limitaciones no existen y los imposibles tampoco. Aún cuando ni la certeza, ni la convicción están presentes, podemos hacer ‘como sí’…\n\nIdentificar con qué recursos contamos para lograrlo y en aquellos casos que los recursos no estén todavía, vayamos por ellos. Podemos desarrollarlos y también pedir ayuda. Sea lo que sea, habrá personas a nuestro alrededor que nos quieren y nos valoran, que nos pueden ayudar. Es clave activar nuestra red de contactos. Recordemos siempre que somos personas con recursos, que podemos tener estados de no recurso, lo cual es transitorio. Mientras seguimos soñando y registrando nuestro sueño, pensando en nuestros recursos y opciones, agreguemos eso que al estar viviéndolo, sentimos. ¿Qué emociones nos generamos? Y en ese momento dedícale tiempo a responder una gran pregunta: cuando lo logres, ¿qué te aportara?\n\nLa esperanza se forja desde adentro y por eso es importante la inversión de tiempo en uno mismo, en el autoconocimiento y desarrollo propio. Aún si sos de esas personas con esperanza, sirve seguir estimulándola. La esperanza es un factor protector y predictor de éxito, bienestar y salud. Y en caso que no tengas la suficiente esperanza, tené presente que la misma te ayudará a salir de situaciones de tristeza, ansiedad y aún desesperación.\n\nTenemos altas capacidades, es importante confiar en nuestra posibilidad de transformar. Diversos programas se han desarrollado para elevar la esperanza, en distintos ámbitos, por citar algunos: la medicina para apoyar tratamientos, la educación para garantizar éxito académico y la psicología para generar bienestar. Cada uno de nosotros podemos con decisión y mayor o menor esfuerzo, aumentarla. Si en algún momento sentimos que solos no podemos, pidamos ayuda.”},{“component”:”hc_space”,”id”:”5ZtkF”,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”size”:””,”height”:””},{“component”:”hc_separator”,”id”:”NK5xA”,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”style”:””},{“component”:”hc_space”,”id”:”vuvyQ”,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”size”:””,”height”:””},{“component”:”hc_social_share_buttons”,”id”:”zZT7O”,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”type”:”circle_tt”,”position”:”left”,”link_type”:”share”,”text”:”COMPARTIR”,”social_colors”:false,”fb”:true,”fb_link”:””,”tw”:true,”tw_link”:””,”g+”:true,”g+_link”:””,”li”:true,”li_link”:””},{“component”:”hc_space”,”id”:”MRz5Q”,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”size”:””,”height”:””},{“component”:”hc_button”,”id”:”Nqdwb”,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”icon”:””,”style”:”circle”,”size”:””,”position”:”left”,”animation”:false,”text”:”Artículo en El Observador”,”link_type”:”classic”,”lightbox_animation”:””,”caption”:””,”inner_caption”:false,”new_window”:false,”link”:”https://www.elobservador.com.uy/nota/la-esperanza-y-su-relacion-con-la-alegria-y-la-salud-fisica-y-mental-20238261150″,”link_content”:[],”lightbox_size”:””,”scrollbox”:false}]}],”section_settings”:””},”section_tlo79″:{“component”:”hc_section”,”id”:”section_tlo79″,”section_width”:””,”animation”:””,”animation_time”:””,”timeline_animation”:””,”timeline_delay”:””,”timeline_order”:””,”vertical_row”:””,”box_middle”:””,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”section_content”:[{“component”:”hc_column”,”id”:”column_PKma6″,”column_width”:”col-md-12″,”animation”:””,”animation_time”:””,”timeline_animation”:””,”timeline_delay”:””,”timeline_order”:””,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”main_content”:[{“component”:”hc_title_tag”,”id”:”v3PN5″,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”text”:”Más entradas del blog”,”tag”:”h2″},{“component”:”hc_space”,”id”:”ZmtSn”,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”size”:””,”height”:””},{“component”:”hc_pt_masonry_list”,”id”:”4XrbG”,”css_classes”:”col-center text-center middle-content “,”custom_css_classes”:”comienzos”,”custom_css_styles”:””,”post_type_slug”:”post”,”post_type_category”:”blog”,”column”:”col-md-4″,”row”:””,”margins”:””,”pagination_type”:”pagination_wp”,”pag_items”:””,”pag_lm_animation”:”fade-in”,”button_size”:”pagination”,”menu”:true,”menu_position”:”nav-center”,”menu_style”:”ms-rounded”,”auto_masonry”:false,”box”:”top_icon_image”,”boxed”:false,”boxed_inverse”:false,”button_text”:”+ info”,”button_style”:”square-border”,”button_dimensions”:””,”button_animation”:false,”hidden_content”:false,”extra_1″:true,”extra_2″:true,”content”:””,”title_length”:””,”excerpt_length”:””,”title_size”:””,”box_animation”:””,”custom_css”:”proximos”,”pag_scroll_top”:false,”pag_centered”:true,”pag_button_prev”:”Anterior”,”pag_button_next”:”Siguientes”,”lm_lazy”:false,”lm_button_text”:”Load more”,”data_options_pagination”:””}]}],”section_settings”:””},”scripts”:{“parallax”:”parallax.min.js”,”toolstip”:”bootstrap/js/bootstrap.popover.min.js”,”masonry”:”isotope.min.js”},”css”:{“content_box”:”css/content-box.css”},”css_page”:””,”template_setting”:{“settings”:{“id”:”settings”}},”template_setting_top”:{},”page_setting”:{“settings”:[“lock-mode-off”]},”post_type_setting”:{“settings”:{“image”:”https://hcc.academy/wp-content/uploads/2023/08/1693058987912-1024×683.webp|780|1170|999960267″,”excerpt”:””,”extra_1″:””,”extra_2″:””,”icon”:{“icon”:””,”icon_style”:””,”icon_image”:””}}}}
9 Tips para una autoestima positiva
{“main-title”:{“component”:”hc_title”,”id”:”main-title”,”title”:”Las palabras no son inocentes”,”subtitle”:”La autoestima impacta en nuestras relaciones, en la salud y en el éxito a lo largo de la vida. 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Es contagiosa, especialmente para personas que de alguna manera “dependen” de uno, como los hijos. Influye en la forma en que nos percibimos y, por lo tanto, en nuestra autoimagen. Puede ser positiva o negativa, siendo la primera un predictor de bienestar y éxito. La autoestima positiva también se vincula con buenas estrategias de afrontamiento y capacidad de resiliencia. Es un factor protector antes los vaivenes de la vida y anticipa buen pronóstico de salud física y mental.\n\nPor otro lado, alguien con baja autoestima, tiende a sufrir de diversas formas e incluso a enfermar. Como sabemos, el cuerpo-mente son dos componentes de una misma cosa y ambos se interconectan e inter-influyen. Una persona con baja autoestima, tenderá a tener una valoración negativa de sí misma y de sus posibilidades.\n\nAlgunos indicadores de baja autoestima:\n \n \t Centrarse en lo negativo \n \t Compararse constantemente con los demás \n \t Aspirar lo que tiene el otro porque es mejor \n \t Inseguridad propia \n \t Tendencia a buscar aprobación constante \n \t No animarse a ser auténtico \n \t Sentirse inferior \n \t Sentirse culpable \n \t Atribuir los aciertos a la suerte \n \t No atreverse a soñar en grande \n \t Desconfiar de las propias capacidades \n \t Envidiar a los demás o lo que los demás tienen \n \t Tirarse abajo \n \t Enfocarse en las propias carencias \n \t Visión negativa de uno mismo, de las posibilidades y del futuro \n \t Síntomas de ansiedad y/o depresión \n \nEn contraste, una persona con buena autoestima, soñará en grande y trabajará por sus metas y objetivos. Su sentido de autoeficacia será positivo con buen pronóstico de desempeño laboral y académico. Tenderá a valorarse positivamente y disfrutar de su seguridad. Las personas con autoestima positiva se relacionan consigo mismas y con los demás desde quienes son verdaderamente. Exponen sus opiniones sin temores y son capaces de atribuirse éxitos y errores. Son esas personas que aprenden de lo que funciona y lo que no. Tienden a ser alegres y contagiar su visión positiva de la vida. Se sienten satisfechos con sus vidas, consigo mismos y están dispuestos a ir por más. Lo más probable es que logren una buena gestión del estrés así como de las emociones en general. Saben que no son perfectos y un gran número de personas con elevada autoestima se ocupa de crecer y desarrollarse en forma permanente.\n\nLa autoestima es producto de experiencias, apegos y relaciones, tanto las tempranas como las generadas a lo largo de la vida. Es un proceso y puede tener oscilaciones durante las diversas etapas evolutivas, así como por los acontecimientos. En todos los casos, es posible accionar para aumentarla cada vez más.\n\n¿Cómo aumentar la autoestima?\n \n \t Auto-cuidado físico, cognitivo y emocional \n \t Pensar en positivo – cambiar cada pensamiento negativo \n \t Elegir relaciones que aportan positivamente \n \t Ser amigable con uno mismo, decirse cosas lindas y cariñosas \n \t Enfocarse en los aprendizajes \n \t Autogestionarse \n \t Ser proactivo \n \t Diseñar metas y objetivos específicos, positivos, realistas y desafiantes \n \t Integrar la propia vida tanto en las diversas áreas en el tiempo \n \nQuerernos a nosotros mismos es clave. Dedicarnos tiempo para lo que nos hace bien, invertir en eso que disfrutamos y orientarnos en ser cada vez más nuestra esencia, no solo aportará a nuestra autoestima positiva sino también a nuestra felicidad.”},{“component”:”hc_space”,”id”:”5ZtkF”,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”size”:””,”height”:””},{“component”:”hc_separator”,”id”:”NK5xA”,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”style”:””},{“component”:”hc_space”,”id”:”vuvyQ”,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”size”:””,”height”:””},{“component”:”hc_social_share_buttons”,”id”:”zZT7O”,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”type”:”circle_tt”,”position”:”left”,”link_type”:”share”,”text”:”COMPARTIR”,”social_colors”:false,”fb”:true,”fb_link”:””,”tw”:true,”tw_link”:””,”g+”:true,”g+_link”:””,”li”:true,”li_link”:””},{“component”:”hc_space”,”id”:”MRz5Q”,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”size”:””,”height”:””},{“component”:”hc_button”,”id”:”Nqdwb”,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”icon”:””,”style”:”circle”,”size”:””,”position”:”left”,”animation”:false,”text”:”Artículo en El Observador”,”link_type”:”classic”,”lightbox_animation”:””,”caption”:””,”inner_caption”:false,”new_window”:false,”link”:”https://www.elobservador.com.uy/nota/nueve-tips-para-una-autoestima-positiva-202381915380″,”link_content”:[],”lightbox_size”:””,”scrollbox”:false}]}],”section_settings”:””},”section_tlo79″:{“component”:”hc_section”,”id”:”section_tlo79″,”section_width”:””,”animation”:””,”animation_time”:””,”timeline_animation”:””,”timeline_delay”:””,”timeline_order”:””,”vertical_row”:””,”box_middle”:””,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”section_content”:[{“component”:”hc_column”,”id”:”column_PKma6″,”column_width”:”col-md-12″,”animation”:””,”animation_time”:””,”timeline_animation”:””,”timeline_delay”:””,”timeline_order”:””,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”main_content”:[{“component”:”hc_title_tag”,”id”:”v3PN5″,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”text”:”Más entradas del blog”,”tag”:”h2″},{“component”:”hc_space”,”id”:”ZmtSn”,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”size”:””,”height”:””},{“component”:”hc_pt_masonry_list”,”id”:”4XrbG”,”css_classes”:”col-center text-center middle-content “,”custom_css_classes”:”comienzos”,”custom_css_styles”:””,”post_type_slug”:”post”,”post_type_category”:”blog”,”column”:”col-md-4″,”row”:””,”margins”:””,”pagination_type”:”pagination_wp”,”pag_items”:””,”pag_lm_animation”:”fade-in”,”button_size”:”pagination”,”menu”:true,”menu_position”:”nav-center”,”menu_style”:”ms-rounded”,”auto_masonry”:false,”box”:”top_icon_image”,”boxed”:false,”boxed_inverse”:false,”button_text”:”+ info”,”button_style”:”square-border”,”button_dimensions”:””,”button_animation”:false,”hidden_content”:false,”extra_1″:true,”extra_2″:true,”content”:””,”title_length”:””,”excerpt_length”:””,”title_size”:””,”box_animation”:””,”custom_css”:”proximos”,”pag_scroll_top”:false,”pag_centered”:true,”pag_button_prev”:”Anterior”,”pag_button_next”:”Siguientes”,”lm_lazy”:false,”lm_button_text”:”Load more”,”data_options_pagination”:””}]}],”section_settings”:””},”scripts”:{“parallax”:”parallax.min.js”,”toolstip”:”bootstrap/js/bootstrap.popover.min.js”,”masonry”:”isotope.min.js”},”css”:{“content_box”:”css/content-box.css”},”css_page”:””,”template_setting”:{“settings”:{“id”:”settings”}},”template_setting_top”:{},”page_setting”:{“settings”:[“lock-mode-off”]},”post_type_setting”:{“settings”:{“image”:”https://hcc.academy/wp-content/uploads/2023/08/1692470463534-1024×683.webp|780|1170|999960252″,”excerpt”:””,”extra_1″:””,”extra_2″:””,”icon”:{“icon”:””,”icon_style”:””,”icon_image”:””}}}}
Creer que el autocontrol implica perder la espontaneidad es un disparate
{“main-title”:{“component”:”hc_title”,”id”:”main-title”,”title”:”Las palabras no son inocentes”,”subtitle”:”Autocontrol como sinónimo de no ser espontáneo y genuino en ocasiones es la excusa que justifica falta de cuidado e incluso de respeto. El autocontrol se aprende y evolutivamente tiene sus etapas. 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Requiere autoconocimiento y autoconciencia. Implica saber controlarnos, calmarnos, serenarnos. Se relaciona con el logro de objetivos, la resolución de problemas y la evaluación de consecuencias, formando parte de la inteligencia y la gestión emocional. Involucra la capacidad de postergar un placer inmediato o una descarga, en función de una satisfacción o un bien mayor.\n\nEs importante aclarar que el autocontrol no es represión y que la falta del mismo es una forma de esclavitud. ¿Esclavo de qué? De impulsos y emociones que en lugar de comprender y gestionar, se actúan. Por eso desde la psicología afirmamos que lograr control sobre la propia conducta, aporta libertad.\n\nEl autocontrol aporta equilibrio en todas las áreas de nuestra vida y promueve más salud y bienestar. Contribuye a una mejor relación con nosotros mismos y con los demás, aumenta la voluntad y la efectividad, genera mayor éxito -tanto en el logro de metas como en las diversas áreas de la vida-. Mejora la autoimagen y por lo tanto, la autoestima. Genera mayor control de la ansiedad y el estrés. Aumentan la concentración y la empatía. Las personas con mayor autocontrol son más asertivas.\n\nLa falta de autocontrol puede ser evidente en personas con exceso de consumo de sustancias, alimentos, compras, juegos, entre otros. Conductas como la ira, la irritabilidad y la impulsividad, así como la falta de autodisciplina, también evidencian falta de autocontrol. En la vida diaria aún sin ser parte de dinámicas conflictivas establecidas o comportamientos auto-destructivos, fallamos en el autocontrol cuando nos lastimamos a nosotros y a otros. Por ejemplo, al actuar según impulsos sin reflexionar en el impacto de nuestras palabras o conductas.\n\n¿Que hacer ante las diversas conductas que quiero autocontrolar?\n \n \t Identificar la conducta que deseamos controlar. \n \t Comprender qué la activa. Ejemplo: ‘me canso y como’, ‘siento ansiedad y fumo’, ‘me frustro y grito o golpeo’, etc. \n \t Tomar consciencia de las consecuencias tanto de lograr el autocontrol como de no hacerlo. \n \t Llevar un registro de nuestros progresos y retrocesos. \n \t Identificar los beneficios las veces logradas. \n \t Identificar los problemas las veces no logradas. \n \t Identificar el indicador de logro. \n \t Diseñar un plan a corto, mediano y largo plazo. \n \t Aprender de nuestras experiencias y tropiezos para fortalecernos en el proceso. \n \nEs importante tener paciencia y voluntad, ya que el cambio de conducta lleva tiempo y dedicación. El hecho de no lograrlo alguna vez, no quiere decir que no sea posible o que se fracasó. Los tropiezos pueden transformarse en fortalezas si aprendemos de ellos para empoderarnos.\n\nEl autocontrol necesita motivación y se relaciona con el establecimiento de hábitos. Aumentamos el autocontrol mientras crecemos y nos desarrollamos, dentro del proceso natural evolutivo. Por lo tanto se puede desarrollar y aumentar.\n\nComo venimos mencionando en las diversas columnas, somos seres integrales. La mente-cuerpo es una unidad y por lo tanto, involucra lo cognitivo, lo emocional, lo físico y lo conductual. Algunas preguntas poderosas: ¿Qué pienso? ¿Qué siento? ¿Qué hago? Cada aspecto es necesario que sea tenido en consideración para lograr un cambio en cualquier nivel.”},{“component”:”hc_space”,”id”:”5ZtkF”,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”size”:””,”height”:””},{“component”:”hc_separator”,”id”:”NK5xA”,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”style”:””},{“component”:”hc_space”,”id”:”vuvyQ”,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”size”:””,”height”:””},{“component”:”hc_social_share_buttons”,”id”:”zZT7O”,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”type”:”circle_tt”,”position”:”left”,”link_type”:”share”,”text”:”COMPARTIR”,”social_colors”:false,”fb”:true,”fb_link”:””,”tw”:true,”tw_link”:””,”g+”:true,”g+_link”:””,”li”:true,”li_link”:””},{“component”:”hc_space”,”id”:”MRz5Q”,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”size”:””,”height”:””},{“component”:”hc_button”,”id”:”Nqdwb”,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”icon”:””,”style”:”circle”,”size”:””,”position”:”left”,”animation”:false,”text”:”Artículo en El Observador”,”link_type”:”classic”,”lightbox_animation”:””,”caption”:””,”inner_caption”:false,”new_window”:false,”link”:”https://www.elobservador.com.uy/nota/creer-que-el-autocontrol-implica-perder-la-espontaneidad-es-un-disparate-2023865017″,”link_content”:[],”lightbox_size”:””,”scrollbox”:false}]}],”section_settings”:””},”section_tlo79″:{“component”:”hc_section”,”id”:”section_tlo79″,”section_width”:””,”animation”:””,”animation_time”:””,”timeline_animation”:””,”timeline_delay”:””,”timeline_order”:””,”vertical_row”:””,”box_middle”:””,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”section_content”:[{“component”:”hc_column”,”id”:”column_PKma6″,”column_width”:”col-md-12″,”animation”:””,”animation_time”:””,”timeline_animation”:””,”timeline_delay”:””,”timeline_order”:””,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”main_content”:[{“component”:”hc_title_tag”,”id”:”v3PN5″,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”text”:”Más entradas del blog”,”tag”:”h2″},{“component”:”hc_space”,”id”:”ZmtSn”,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”size”:””,”height”:””},{“component”:”hc_pt_masonry_list”,”id”:”4XrbG”,”css_classes”:”col-center text-center middle-content “,”custom_css_classes”:”comienzos”,”custom_css_styles”:””,”post_type_slug”:”post”,”post_type_category”:”blog”,”column”:”col-md-4″,”row”:””,”margins”:””,”pagination_type”:”pagination_wp”,”pag_items”:””,”pag_lm_animation”:”fade-in”,”button_size”:”pagination”,”menu”:true,”menu_position”:”nav-center”,”menu_style”:”ms-rounded”,”auto_masonry”:false,”box”:”top_icon_image”,”boxed”:false,”boxed_inverse”:false,”button_text”:”+ info”,”button_style”:”square-border”,”button_dimensions”:””,”button_animation”:false,”hidden_content”:false,”extra_1″:true,”extra_2″:true,”content”:””,”title_length”:””,”excerpt_length”:””,”title_size”:””,”box_animation”:””,”custom_css”:”proximos”,”pag_scroll_top”:false,”pag_centered”:true,”pag_button_prev”:”Anterior”,”pag_button_next”:”Siguientes”,”lm_lazy”:false,”lm_button_text”:”Load more”,”data_options_pagination”:””}]}],”section_settings”:””},”scripts”:{“parallax”:”parallax.min.js”,”toolstip”:”bootstrap/js/bootstrap.popover.min.js”,”masonry”:”isotope.min.js”},”css”:{“content_box”:”css/content-box.css”},”css_page”:””,”template_setting”:{“settings”:{“id”:”settings”}},”template_setting_top”:{},”page_setting”:{“settings”:[“lock-mode-off”]},”post_type_setting”:{“settings”:{“image”:”https://hcc.academy/wp-content/uploads/2023/08/1691185397372-1024×678.webp|775|1170|999960242″,”excerpt”:””,”extra_1″:””,”extra_2″:””,”icon”:{“icon”:””,”icon_style”:””,”icon_image”:””}}}}