Estoy en Brasil, en un hermoso lugar lleno de sol, frutas, morros y playas! Me invitaron a conversar con ejecutivos sobre los Recursos Humanos Estratégicos, con el fin de compartir prácticas que inspiren a transformar. Y comenzando a preparar esta capacitación, agradezco a la ICC, a Joseph O´Connor y Andrea Lages, por enseñarme una herramienta tan poderosa para apoyar los cambios que las personas, los equipos y las organizaciones aspiran. Gracias también a cada uno de mis clientes, personas y organizaciones, que me enseñan constantemente y son fuente de inspiración y desarrollo. El área de recursos humanos avanza en un proceso de transformación desde que en sus inicios se constituyera como área de personal donde las tareas se concentraban en temas de administración. Desde una era industrial donde se requería el mando y control, con organización vertical y una dirección centrada en el control de tareas claras y sincronizadas. A la dirección de personas, orientada en resultados, con un liderazgo participativo caracterizado por el empowerment, donde las estructuras son más horizontales, con un claro enfoque en el talento y el desarrollo, donde se requiere delegación y responsabilidad. En esta actualidad se necesitan espacios colaborativos de compromiso compartido donde el trabajo en equipo es otra de las claves. La flexibilidad, empatía, negociación y en definitiva una orientación a las relaciones, concentrándose en la valorada inteligencia emocional, es lo que destaca. Es así que es considerado líder, quien cuida de las personas, da valor a las relaciones, destina tiempo a sus colaboradores, y además de ocuparse de dar resultados, logra articular los intereses y motivaciones de las personas y la organización. Con interés honesto, congruente y sincero, se involucra desde su ser, apoya el despliegue del talento, influye positivamente, promueve cambios y por sobre todo, sustenta en valores sus prácticas, procesos y relaciones. En este rol Recursos Humanos como elemento clave y estratégico en las organizaciones, agrega funciones centrales que van mucho más allá de la administración de personal. En la actualidad es un elemento crítico para generar competitividad y añadir valor. En procesos de cambios continuos, la innovación y la anticipación son claves, siendo las personas el centro de las organizaciones que avanzan y que por tanto son exitosas y permanecen. El cambio caracteriza nuestro mundo actual. La tecnología, nuevos intereses, la valentía de vivir los valores, la alta velocidad de los negocios y de las carreras profesionales, entre otros aspectos, ofrecen constantes desafíos a las personas y a las empresas. La tecnología nos proporciona grandes ventajas en relación a la interacción digital, a la reducción de tiempos, alcance in time de la información, y a la vez, nos exige estar más atentos a la relación entre las personas, ser más perceptivos, expertos en comprender y empatizar. La participación genera compromiso y favorece que las personas nos sintamos parte, nos hagamos dueños de objetivos, procesos y resultados. Y cuando se articulan valores personales con organizacionales, se destaca la proactividad y la innovación. La formula participación-compromiso, permitir co crear e implicarse en el ser – hacer y saber. En los cimientos del avance está el aprendizaje, elemento central que desde una visión de recursos humanos estratégicos, favorece que las personas y las organizaciones aprendan, evolucionen y se anticipen. Instalar el aprendizaje como parte de la cultura, genera un cambio estructural que fomenta una mirada positiva enmarcada en procesos de desarrollo y promoción de salud. El Coaching ICC es una herramienta profesional actualizada a las necesidades de las personas y las organizaciones, logrando amalgamar intereses y valores. Promueve una cultura de aprendizaje generando compromiso, responsabilidad y acción. Desde el inicio, un proceso de Coaching ICC genera cambios y promueve creatividad, innovación y fundamentalmente alineación con los valores. Vivir un proceso de Coaching ICC así como recibir la formación, es “un antes y un después”. Así lo es en mi vida, un camino que no acabará nunca y que me permite ser cada vez más quien quiero ser. Esto me entusiasma y me genera una energía increíble para seguir avanzando. Generando un proceso de transformación en el ser, saber y hacer. Transformación positiva que promueve ser la mejor versión de las personas, los equipos y las organizaciones.
Bacterias intestinales: bienestar y salud
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Respecto a la microbiota y su relación con la salud y diversas enfermedades, existen hallazgos que ofrecen cada vez más información para la intervención y la prevención. Estoy convencida que la salud, el bienestar y la felicidad se logran a través del cuidado personal, y el conocimiento es un factor necesario. ¿Cómo implementar prácticas y hábitos de cuidado si no conocemos? Desde el desconocimiento podemos creer que nos cuidamos y sin embargo, estar haciendo lo contrario.\n\nAvanzando en la microbiota, sabemos que el 90 % de la serotonina se produce en el intestino. El hecho que la serotonina y otros neurotransmisores tengan tal presencial en el intestino da cuenta de la importancia del eje intestino-cerebro. Eje que incide en forma directa en la salud física, mental y emocional.\n\nLas evidencias proporcionadas por la investigación son contundentes respecto al valor de las bacterias intestinales en nuestro bienestar y felicidad.\n\nLa serotonina es un neurotransmisor y una hormona, ambos mensajeros del cuerpo. La serotonina en concreto incide en el estado ánimo y en las emociones así como también en la cognición. Impacta directamente en la atención y la concentración. Ejerce funciones en la temperatura corporal, el sistema gastro intestinal, las emociones, el estado de ánimo y la conducta, entre otros.\n\nAlteraciones en los niveles de serotonina, afectan el humor, generan labilidad emocional y su descenso está presente en la depresión, la ansiedad, la ira, la fatiga, el insomnio, entre otros.\n\nLa microbiota ejerce importantes funciones a nivel de las defensas del organismo, la nutrición y la conducta. Yolanda Sanz, investigadora, profesora y líder de unos de los proyectos más destacados en el mundo, sobre el microbioma humano, afirman que las bacterias intestinales producen neurotransmisores como la dopamina y la serotonina.\n\nExisten bacterias presentes en personas saludables, así como algunas ausentes en patologías. Está probado que los microbios intestinales, influyen en el comportamiento y la conducta. Por eso la fuerte relación entre estos microbios y la salud mental.\n\nSalud mental no es solamente ausencia de patologías psicológicas o psiquiátricas. Salud mental es bienestar psicológico y emocional. Nos atañe a todos y ocuparse del cuidado de la microbiota es cuidar la salud mental e integral.\n\nPara un microbioma sano es necesaria una buena nutrición así como el ejercicio y el sueño. Pero no alcanzan. Podremos alimentarnos en forma saludable, ejercitarnos diariamente pero: si vivimos en estrés, ansiedad o inestabilidad emocional, relaciones tóxicas, así como con quejas, juicios, pensamientos o interpretaciones negativas, la microbiota estará lamentablemente alterada. Y su alteración tiene consecuencias ya sean inmediatas o a largo plazo.\n\nEl ambiente entra en el cuerpo-mente y lo transforma. Todo lo que acontece en nuestro ambiente así como lo que generamos, nos afecta e impacta. La mente-cuerpo es un sistema integrado al entorno.\n\nEs necesario ocuparnos personalmente de nuestro bienestar emocional. ¿Qué hacer para lograrlo? ¡Mucho podemos hacer, mucho está en nuestras manos! Y mucho no es sinónimo de complejo: desde pequeñas cosas hasta la instalación de nuevos hábitos o la generación de nuevas situaciones de vida.\n\nHe compartido en anteriores artículos acerca la importancia de: sonreír, respirar por la nariz, tener una postura erguida, practicar la amabilidad y agradecer, entre otras muchas cosas. Parecería por lo tanto más simple que complejo realizar pequeñas grandes prácticas. Lo cual adquiere una relevancia especial, al conocer las grandes repercusiones de cada una de estas conductas, en la propia salud y felicidad.\n\nEl contacto con la naturaleza tiene una incidencia positiva muy valiosa. Así como los pensamientos positivos. Tengamos en cuenta que vemos el mundo como somos, por lo que, nuestras interpretaciones juegan un gran partido. La serotonina tiene su lugar, la evidencia da cuenta que la disminución en sus niveles favorece pensamientos negativos.\n\nLos pensamientos pueden parecer intrusivos y, en ocasiones, incluso dar la sensación de ser incontrolables; sin embargo, lo son. Somos seres que estamos dotados y tenemos la capacidad de gestionar pensamientos y emociones. Para lograrlo, se requiere de dedicación, voluntad y constancia.\n\nLa investigación da cuenta que podemos incidir en nuestra salud y aumentar los propios niveles de serotonina. Tenemos la posibilidad de cuidar nuestra salud microbiana. Se trata de transitar un proceso en el cual pongamos en práctica herramientas probadamente útiles: técnicas de relajación, participar de actividades que favorecen el autoconocimiento y la mayor consciencia de uno mismo. Lo cual nos da la oportunidad de modelar nuestros pensamientos, emociones y acciones.\n\nLa salud integral y a largo plazo es viable con conocimiento, involucramiento personal y compromiso. De la misma manera es viable el bienestar y la felicidad.”},{“component”:”hc_space”,”id”:”5ZtkF”,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”size”:””,”height”:””},{“component”:”hc_separator”,”id”:”NK5xA”,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”style”:””},{“component”:”hc_space”,”id”:”vuvyQ”,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”size”:””,”height”:””},{“component”:”hc_social_share_buttons”,”id”:”zZT7O”,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”type”:”circle_tt”,”position”:”left”,”link_type”:”share”,”text”:”COMPARTIR”,”social_colors”:false,”fb”:true,”fb_link”:””,”tw”:true,”tw_link”:””,”g+”:true,”g+_link”:””,”li”:true,”li_link”:””},{“component”:”hc_space”,”id”:”MRz5Q”,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”size”:””,”height”:””},{“component”:”hc_button”,”id”:”Nqdwb”,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”icon”:””,”style”:”circle”,”size”:””,”position”:”left”,”animation”:false,”text”:”Artículo en El Observador”,”link_type”:”classic”,”lightbox_animation”:””,”caption”:””,”inner_caption”:false,”new_window”:false,”link”:”https://www.elobservador.com.uy/nota/bacterias-intestinales-bienestar-y-salud-20241285027″,”link_content”:[],”lightbox_size”:””,”scrollbox”:false}]}],”section_settings”:””},”section_tlo79″:{“component”:”hc_section”,”id”:”section_tlo79″,”section_width”:””,”animation”:””,”animation_time”:””,”timeline_animation”:””,”timeline_delay”:””,”timeline_order”:””,”vertical_row”:””,”box_middle”:””,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”section_content”:[{“component”:”hc_column”,”id”:”column_PKma6″,”column_width”:”col-md-12″,”animation”:””,”animation_time”:””,”timeline_animation”:””,”timeline_delay”:””,”timeline_order”:””,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”main_content”:[{“component”:”hc_title_tag”,”id”:”v3PN5″,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”text”:”Más entradas del blog”,”tag”:”h2″},{“component”:”hc_space”,”id”:”ZmtSn”,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”size”:””,”height”:””},{“component”:”hc_pt_masonry_list”,”id”:”4XrbG”,”css_classes”:”col-center text-center middle-content “,”custom_css_classes”:”comienzos”,”custom_css_styles”:””,”post_type_slug”:”post”,”post_type_category”:”blog”,”column”:”col-md-4″,”row”:””,”margins”:””,”pagination_type”:”pagination_wp”,”pag_items”:””,”pag_lm_animation”:”fade-in”,”button_size”:”pagination”,”menu”:true,”menu_position”:”nav-center”,”menu_style”:”ms-rounded”,”auto_masonry”:false,”box”:”top_icon_image”,”boxed”:false,”boxed_inverse”:false,”button_text”:”+ info”,”button_style”:”square-border”,”button_dimensions”:””,”button_animation”:false,”hidden_content”:false,”extra_1″:true,”extra_2″:true,”content”:””,”title_length”:””,”excerpt_length”:””,”title_size”:””,”box_animation”:””,”custom_css”:”proximos”,”pag_scroll_top”:false,”pag_centered”:true,”pag_button_prev”:”Anterior”,”pag_button_next”:”Siguientes”,”lm_lazy”:false,”lm_button_text”:”Load more”,”data_options_pagination”:””}]}],”section_settings”:””},”scripts”:{“parallax”:”parallax.min.js”,”toolstip”:”bootstrap/js/bootstrap.popover.min.js”,”masonry”:”isotope.min.js”},”css”:{“content_box”:”css/content-box.css”},”css_page”:””,”template_setting”:{“settings”:{“id”:”settings”}},”template_setting_top”:{},”page_setting”:{“settings”:[“lock-mode-off”]},”post_type_setting”:{“settings”:{“image”:”https://mldpow0jtrp7.i.optimole.com/cb:dDX1.2c6b3/w:auto/h:auto/q:mauto/https://hcc.academy/wp-content/uploads/2024/01/0000179943.webp|450|784|999960394″,”excerpt”:””,”extra_1″:””,”extra_2″:””,”icon”:{“icon”:””,”icon_style”:””,”icon_image”:””}}}}
¿Sabías que nos contagiamos emocionalmente?
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Afecta las relaciones con los demás y con uno mismo, teniendo implicancias para bien o para mal.”,”title_content”:{“component”:”hc_title_image”,”id”:”title-image”,”image”:”https://hcc.academy/wp-content/uploads/2023/11/1699277708498-1024×683.webp|780|1170|999960355″,”full_screen”:false,”full_screen_height”:””,”parallax”:true,”bleed”:””,”ken_burn”:””,”overlay”:”transparent-dark”,”breadcrumbs”:false,”white”:true}},”section_5ZtkF”:{“component”:”hc_section”,”id”:”section_5ZtkF”,”section_width”:””,”animation”:””,”animation_time”:””,”timeline_animation”:””,”timeline_delay”:””,”timeline_order”:””,”vertical_row”:””,”box_middle”:””,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”section_content”:[{“component”:”hc_column”,”id”:”column_vtfQF”,”column_width”:”col-md-12″,”animation”:””,”animation_time”:””,”timeline_animation”:””,”timeline_delay”:””,”timeline_order”:””,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”main_content”:[{“component”:”hc_wp_editor”,”id”:”Xhugf”,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”editor_content”:”El efecto de contagio emocional tiene bases anatómicas, neurológicas, físicas y químicas, así como biológicas y neurovegetativas. El sistema nervioso y endócrino está directamente implicado y en definitiva todo el sistema mente-cuerpo.\n\nInvolucra respuestas subconscientes, automáticas e innatas. ¡Inscriptas en nuestro ADN! De hecho es base de la evolución que logramos como especie. Se basa en la imitación, la intuición y la sincronía.\n\nHacen parte las neuronas espejo que son el sustrato de la empatía, lo que nos ofrece la posibilidad de ponernos en lugar del otro. Capacidad que no siempre se desarrolla ya que está ligada al aprendizaje y las experiencias, entre otras cosas. También hace parte la teoría de la mente, capacidad a través de la cual es posible entender y anticipar pensamientos, estados y emociones de los otros. Tanto las neuronas espejo como la teoría de la mente están involucradas en este proceso del contagio emocional.\n\nLas emociones son centrales en todo este asunto. Recordemos que somos seres emocionales que en la evolución aprendimos a pensar. Seres que nacemos con una absoluta indefensión y requerimos de los cuidados de otros para sobrevivir. Cuidados que además de cubrir necesidades básicas, por sobre todo ofrezcan cariño. Digamos con mayor certeza aún: ¡amor de calidad! condición para ser saludables.\n\nConstitutivamente somos seres sociales y nos desarrollamos en la interacción con el otro. Las emociones secundarias, es decir las más vinculadas a las necesidades de interacción social, involucran zonas del cerebro más evolucionado y, por lo tanto, la cognición. Son necesarias para la evolución y la supervivencia. ¿Quizá por eso el contagio emocional? Evidentemente que sí va que hace parte de lo necesario para conectar con otros. Por eso es que, una buena parte de nuestro aprendizaje se basa en modelos. Lo que nos permite aprender casi sin darnos cuenta. Es así que, sumado a la propia experiencia, adquirimos una forma particular de pensar, sentir y actuar. Particular y compartida en cierta forma, con el entorno frecuente y al cual se pertenece. \n\nPor eso es que, al observar con atención, es fácil de constatar cómo en un grupo de personas que tienden a estar juntas, se comparten hábitos, palabras y costumbres emocionales, cognitivas y conductuales. Tal es el caso de la familia, siendo una de las evidencias del ‘contagio emocional’ así denominado por las neurociencias.\n\nEl contagio emocional es de ida y vuelta. Por lo que, a la vez que contagiamos nuestras emociones, los otros nos contagian. Con la particularidad que el contagio es mayor cuanto más poder tiene el otro: padres, educadores, jefes, parejas, etc.\n\nTeniendo esto presente, se comprende por qué personas o ambientes sanos, aportan calma y armonía, entre otras tantas bondades. Mientras que, personas o ambientes tóxicos, invaden de sensaciones, emociones y estados negativos. ¿Acaso alguna vez estuviste en una situación de calma y disfrute y de pronto llegó alguien hablando de mala forma o golpeando cosas v el ‘clima se tornó espeso’? De esto exactamente se trata.\n\nUna de las implicancias a tener presente es que ejercemos un gran poder sobre el otro. Elegir cómo impactar en los demás y especialmente en nuestros seres a cargo y significativos, es una cuestión de responsabilidad. Recordemos que tiene un efecto dominó. A modo de ejemplo, los niños amados y respetados, tenderán a querer y cuidar a los demás.\n\nLa otra implicancia es que los demás nos contagian. De allí que sea tan importante tomar cada vez más consciencia con qué personas nos relacionamos y qué ambientes frecuentamos. Vayamos por los que sean positivos y nos cuiden. En el polo contrario, es importante alejarnos de lo que nos hace daño y nos lastima.\n\nAsí como también es cierto que en ocasiones se repiten vínculos o situaciones que dañan, sin entender cómo se tropieza nuevamente con la misma piedra. Se puede vivir en un entorno saludable, de bienestar y armonía. Cuando no podamos solos, pidamos ayuda. ¡Seamos parte de círculos virtuosos!”},{“component”:”hc_space”,”id”:”5ZtkF”,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”size”:””,”height”:””},{“component”:”hc_separator”,”id”:”NK5xA”,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”style”:””},{“component”:”hc_space”,”id”:”vuvyQ”,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”size”:””,”height”:””},{“component”:”hc_social_share_buttons”,”id”:”zZT7O”,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”type”:”circle_tt”,”position”:”left”,”link_type”:”share”,”text”:”COMPARTIR”,”social_colors”:false,”fb”:true,”fb_link”:””,”tw”:true,”tw_link”:””,”g+”:true,”g+_link”:””,”li”:true,”li_link”:””},{“component”:”hc_space”,”id”:”MRz5Q”,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”size”:””,”height”:””},{“component”:”hc_button”,”id”:”Nqdwb”,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”icon”:””,”style”:”circle”,”size”:””,”position”:”left”,”animation”:false,”text”:”Artículo en El Observador”,”link_type”:”classic”,”lightbox_animation”:””,”caption”:””,”inner_caption”:false,”new_window”:false,”link”:”https://www.elobservador.com.uy/nota/sabias-que-nos-contagiamos-emocionalmente–2023116103659″,”link_content”:[],”lightbox_size”:””,”scrollbox”:false}]}],”section_settings”:””},”section_tlo79″:{“component”:”hc_section”,”id”:”section_tlo79″,”section_width”:””,”animation”:””,”animation_time”:””,”timeline_animation”:””,”timeline_delay”:””,”timeline_order”:””,”vertical_row”:””,”box_middle”:””,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”section_content”:[{“component”:”hc_column”,”id”:”column_PKma6″,”column_width”:”col-md-12″,”animation”:””,”animation_time”:””,”timeline_animation”:””,”timeline_delay”:””,”timeline_order”:””,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”main_content”:[{“component”:”hc_title_tag”,”id”:”v3PN5″,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”text”:”Más entradas del blog”,”tag”:”h2″},{“component”:”hc_space”,”id”:”ZmtSn”,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”size”:””,”height”:””},{“component”:”hc_pt_masonry_list”,”id”:”4XrbG”,”css_classes”:”col-center text-center middle-content “,”custom_css_classes”:”comienzos”,”custom_css_styles”:””,”post_type_slug”:”post”,”post_type_category”:”blog”,”column”:”col-md-4″,”row”:””,”margins”:””,”pagination_type”:”pagination_wp”,”pag_items”:””,”pag_lm_animation”:”fade-in”,”button_size”:”pagination”,”menu”:true,”menu_position”:”nav-center”,”menu_style”:”ms-rounded”,”auto_masonry”:false,”box”:”top_icon_image”,”boxed”:false,”boxed_inverse”:false,”button_text”:”+ info”,”button_style”:”square-border”,”button_dimensions”:””,”button_animation”:false,”hidden_content”:false,”extra_1″:true,”extra_2″:true,”content”:””,”title_length”:””,”excerpt_length”:””,”title_size”:””,”box_animation”:””,”custom_css”:”proximos”,”pag_scroll_top”:false,”pag_centered”:true,”pag_button_prev”:”Anterior”,”pag_button_next”:”Siguientes”,”lm_lazy”:false,”lm_button_text”:”Load more”,”data_options_pagination”:””}]}],”section_settings”:””},”scripts”:{“parallax”:”parallax.min.js”,”toolstip”:”bootstrap/js/bootstrap.popover.min.js”,”masonry”:”isotope.min.js”},”css”:{“content_box”:”css/content-box.css”},”css_page”:””,”template_setting”:{“settings”:{“id”:”settings”}},”template_setting_top”:{},”page_setting”:{“settings”:[“lock-mode-off”]},”post_type_setting”:{“settings”:{“image”:”https://hcc.academy/wp-content/uploads/2023/11/1699277708498-1024×683.webp|780|1170|999960355″,”excerpt”:””,”extra_1″:””,”extra_2″:””,”icon”:{“icon”:””,”icon_style”:””,”icon_image”:””}}}}
¿Qué podemos hacer con nuestra microbiota para estar saludables?
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Son bacterias que se alojan mayoritariamente en el tracto digestivo. Cuando nuestra microbiota es normal y está en buen quilibro se le denomina eubiosis.\n\nLa relación del sistema nervioso con el intestino es bidireccional, por eso se habla de eje intestino-cerebro. El cual se comunica a nivel endócrino, inmunológico y neural. El nervio vago es una especie de carretera que conecta el intestino con el cerebro. Da cuenta de esta comunicación bidireccional el hambre y la saciedad, ante lo cual nuestro organismo reacciona.\n\nLa microbiota cambia a lo largo de la vida y también durante diversos ‘momentos’ o circunstancias. Difiere según el órgano en que se encuentra, dentro del tracto digestivo.\n\nDada la unicidad mente-cuerpo, la microbiota se ve influida por nuestros hábitos: alimentación, sueño, ejercicio, consumo de antibióticos, sustancias, entre otras. También influyen las condiciones del medio, así como las relaciones con otros y uno mismo. Dada la unicidad mente-cuerpo, pensamientos y emociones, desempeñan un papel importante.\n\nExisten evidencias que la disbiosis -alteraciones en la diversidad o equilibrio de la microbiota- está implicada en: la ansiedad, el estrés, la depresión y hasta disfunciones en la memoria. Hace parte en el colon irritable, el autismo, el Alzheimer y el Parkinson. Así como también está presente en otras enfermedades crónicas y degenerativas. Enfermedades digestivas, alteraciones en la permeabilidad intestinal y neuroinflamación, son también consecuencias del desequilibrio de la flora intestinal (microbiota).\n\nEstá demostrado que el sedentarismo favorece la disbiosis. Diversos estudios dan cuenta que hacer ejercicio moderado por al menos 120 minutos por semana, al menos tres veces a la semana, reduce el riesgo de enfermedades crónicas. El ejercicio tiene un efecto directo en la salud intestinal.\n\nGómez-Eguílaz, Ramón-Trapero, Pérez Martínez y Platero, llevaron adelante un estudio con interesantes revelaciones en pacientes con epilepsia. Durante tres meses le administraron probióticos (para enriquecer y equilibrar la flora intestinal). El tratamiento redujo en un 50% o más, las crisis que sufrían los participantes.\n\nAntes del diagnóstico de las enfermedades asociadas a la disbiosis, aparecen síntomas. Nuestro cuerpo nos da avisos que algo no está funcionando en forma equilibrada y adecuada en nuestro eje intestino-cerebro. Estos síntomas suelen ser en ocasiones inespecíficos y todavía no conforman la enfermedad. ¿Qué síntomas debemos atender? Hinchazón, distensión abdominal, exceso de gases, cansancio, falta de energía, problemas de piel, alergias, falta de claridad, dolores en articulaciones, alteraciones en la evacuación, entre otros.\n\n¿Qué hacer para contribuir a nuestra salud intestinal? Te comparto 7 TIPS:\n \n \t Alimentación saludable \n \t Ejercicio diario moderado \n \t Sueño suficiente y de calidad \n \t Control del estrés \n \t Gestión emocional \n \t Relaciones saludables \n \t Ante la prescripción de antibiótico, pedir al profesional tratante probióticos. \n “},{“component”:”hc_space”,”id”:”5ZtkF”,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”size”:””,”height”:””},{“component”:”hc_separator”,”id”:”NK5xA”,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”style”:””},{“component”:”hc_space”,”id”:”vuvyQ”,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”size”:””,”height”:””},{“component”:”hc_social_share_buttons”,”id”:”zZT7O”,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”type”:”circle_tt”,”position”:”left”,”link_type”:”share”,”text”:”COMPARTIR”,”social_colors”:false,”fb”:true,”fb_link”:””,”tw”:true,”tw_link”:””,”g+”:true,”g+_link”:””,”li”:true,”li_link”:””},{“component”:”hc_space”,”id”:”MRz5Q”,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”size”:””,”height”:””},{“component”:”hc_button”,”id”:”Nqdwb”,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”icon”:””,”style”:”circle”,”size”:””,”position”:”left”,”animation”:false,”text”:”Artículo en El Observador”,”link_type”:”classic”,”lightbox_animation”:””,”caption”:””,”inner_caption”:false,”new_window”:false,”link”:”https://www.elobservador.com.uy/nota/que-podemos-hacer-con-nuestra-microbiota-para-estar-saludables–202310225051″,”link_content”:[],”lightbox_size”:””,”scrollbox”:false}]}],”section_settings”:””},”section_tlo79″:{“component”:”hc_section”,”id”:”section_tlo79″,”section_width”:””,”animation”:””,”animation_time”:””,”timeline_animation”:””,”timeline_delay”:””,”timeline_order”:””,”vertical_row”:””,”box_middle”:””,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”section_content”:[{“component”:”hc_column”,”id”:”column_PKma6″,”column_width”:”col-md-12″,”animation”:””,”animation_time”:””,”timeline_animation”:””,”timeline_delay”:””,”timeline_order”:””,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”main_content”:[{“component”:”hc_title_tag”,”id”:”v3PN5″,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”text”:”Más entradas del blog”,”tag”:”h2″},{“component”:”hc_space”,”id”:”ZmtSn”,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”size”:””,”height”:””},{“component”:”hc_pt_masonry_list”,”id”:”4XrbG”,”css_classes”:”col-center text-center middle-content “,”custom_css_classes”:”comienzos”,”custom_css_styles”:””,”post_type_slug”:”post”,”post_type_category”:”blog”,”column”:”col-md-4″,”row”:””,”margins”:””,”pagination_type”:”pagination_wp”,”pag_items”:””,”pag_lm_animation”:”fade-in”,”button_size”:”pagination”,”menu”:true,”menu_position”:”nav-center”,”menu_style”:”ms-rounded”,”auto_masonry”:false,”box”:”top_icon_image”,”boxed”:false,”boxed_inverse”:false,”button_text”:”+ info”,”button_style”:”square-border”,”button_dimensions”:””,”button_animation”:false,”hidden_content”:false,”extra_1″:true,”extra_2″:true,”content”:””,”title_length”:””,”excerpt_length”:””,”title_size”:””,”box_animation”:””,”custom_css”:”proximos”,”pag_scroll_top”:false,”pag_centered”:true,”pag_button_prev”:”Anterior”,”pag_button_next”:”Siguientes”,”lm_lazy”:false,”lm_button_text”:”Load more”,”data_options_pagination”:””}]}],”section_settings”:””},”scripts”:{“parallax”:”parallax.min.js”,”toolstip”:”bootstrap/js/bootstrap.popover.min.js”,”masonry”:”isotope.min.js”},”css”:{“content_box”:”css/content-box.css”},”css_page”:””,”template_setting”:{“settings”:{“id”:”settings”}},”template_setting_top”:{},”page_setting”:{“settings”:[“lock-mode-off”]},”post_type_setting”:{“settings”:{“image”:”https://hcc.academy/wp-content/uploads/2023/10/1697846982580-1024×683.webp|780|1170|999960345″,”excerpt”:””,”extra_1″:””,”extra_2″:””,”icon”:{“icon”:””,”icon_style”:””,”icon_image”:””}}}}