Personas, equipos y organizaciones se benefician al diseñar la estrategia para conquistar lo que aspiran. Asociarse al logro y emprender etapas concretas, son necesarias para asegurar el éxito. Pocos días después de finalizar un proceso de coaching en una empresa recibí un mail de su gerenta de Producción: “Este proceso y acompañamiento superó ampliamente mis expectativas”. Al principio me sentí con dudas y con miedo de no poder lograrlo porque realmente sentí que era un objetivo muy desafiante. Semana a semana los avances fueron literalmente explotándome en la cara, eso me dio mucha energía y optimismo además de la posibilidad de acelerar este cambio en mí y en el equipo de planta. Hoy me siento muy tranquila y segura, con herramientas que puedo aplicar y con la confianza de haber tenido ya muchas experiencias de éxito. Ahora sé que los nuevos desafíos que me plantee o se presenten los voy a poder lograr de una mejor forma para mí y mi equipo. De todas las situaciones buscaré siempre la oportunidad de mejorar y continuar avanzando”. Te preguntarás si como éste, todos los procesos de coaching generan alto impacto y la respuesta es sí. De todas maneras un proceso de coaching profesional ejecutivo o de equipos, augura el logro de los resultados deseados, alto impacto y retorno. Desde la primera sesión comienzan los cambios que son evidentes para quien participa y para el entorno. ¿Qué es Coaching? Algunos dicen que es igual o parecido a la terapia, otros dicen que tiene que ver con consultoría, asesoría o capacitación y algunos llevan adelante la práctica poniendo el nombre de coaching a algo que nada tiene que ver con esta disciplina. Para aclarar esta cuestión te comparto las generalidades de un proceso que en sus bases metodológicas contiene la teoría sistémica, la psicología positiva, psicología humanista, cognitiva y constructivista, la psico neurolingüística, los estudios integrales y la neurociencias que gracias al desarrollo tecnológico nos aporta conocimiento real del funcionamiento de nuestro cerebro. Nuestro modelo es un esquema integrado de diversos modelos como el coaching co activo, el ontológico, el basado en evidencias, el modelo del juego interior y el conductual. Integra lo mejor de cada uno de estos modelos y organiza una metodología propia y pragmática que genera resultados. Quizá tenés un concepto de lo que puede darte el coaching y sepas cuando es indicado. Y lo es para desarrollar ejecutivos y que éstos desarrollen a sus colaboradores, para transformar un grupo en equipo, para desarrollar personas, trabajar mejor, tomar decisiones, desarrollar liderazgo auténtico, lograr objetivos, alinear a la estrategia, promover cambios y todo lo que implique desarrollo eciente y efectivo de personas, equipos y organizaciones. Existen diversas escuelas de coaching que tiene cada una sus bases y su forma de llevar adelante un proceso. ¿Cómo elegir entonces? Te recomiendo que lo hagas a partir de los resultados que en un país como Uruguay, donde las líneas de contactos son cercanas, es fácil acceder a los mismos. El coaching profesional fomenta mayores y mejores desempeños, maximiza rendimiento, genera mayor eficiencia, implica desarrollo personal, desarrollo de tus talentos e implica actuar según tus propósitos. Es una forma de encaminarte a ser la mejor versión de ti mismo como persona, equipo y organización. Cada proceso inicia estableciendo el qué. Comenzamos a gestar una relación de confianza que nos permitirá avanzar. Una vez que conocemos el estado actual, a través de diversas herramientas nos abocamos a definir el objetivo, que de acuerdo a nuestra experiencia, metodología e investigaciones, quedará establecido una vez que cumpla estrictamente con las siguientes características: sea positivo, operacionalizable, específico, realizable y desafiante, fraccionable y medible, con un tiempo y una evidencia de logro, en la propia área de influencia y con un impacto positivo tanto para la persona como para el entorno. Sigue el para qué, a través de lo que se establecen los valores, que asociados al objetivo constituyen en sí mismos la garantía de éxito. Quizá estarás imaginando que los valores se relacionan con sentido y propósito, ¡estás en lo cierto! Sesión a sesión y a través de la acción se generan aprendizajes que serán valiosos tanto para el objetivo del proceso como para otras áreas y aspectos de la persona o equipo participante. En cada proceso nos orientamos desde el presente al futuro, recurriendo al pasado a rescatar aprendizajes y recursos. Paralelamente examinamos las creencias que pueden ser el mayor obstáculo cuando son limitadoras y las cambiamos. Implicará trabajar hábitos y diseñar estrategias. Las creencias potenciadoras se establecerán como nuevos recursos y las reforzaremos. En cada sesión se definen acciones y se generan aprendizajes que imponen mayor autoconocimiento, aparecen los famosos insights y la cada vez mayor conciencia; aumentan el compromiso. El empoderamiento está activado y junto con el mismo la responsabilidad que genera mayor libertad. El coaching promueve opciones y flexibilidad tanto para encontrar nuevos caminos, como alternativos, incrementando la creatividad y la innovación. Produce un cambio emocional y cognitivo de estructuras profundas en cada persona que participa. Finaliza el proceso cuando está diseñado en detalle y escrito el “Plan de Acción” que paso a paso, etapa por etapa establece la estrategia, con tiempos, lugares, medidas y evidencias de logro. Es una práctica potente y no en vano es unánime escuchar a todos los que transitamos por estos procesos que imponen “un antes y un después” a nivel personal, laboral y profesional. ¡Entramos en un círculo virtuoso! Artículo en El Observador
Una fórmula sencilla y eficiente para gestionar el cambio
La psicóloga y coach Karina Pittini profundiza en cómo hacer que las transformaciones no sean un proceso molesto y con alto costo. Hace poco tiempo una ejecutiva que lidera un departamento de 400 personas, en una organización de más de 1.000, y quien se estaba formando en coaching, me comentó acerca del impacto de un simple cambio.En las reuniones de directorio de su empresa ya era costumbre que los participantes presentaran su lista de problemas –para los cuales casi no existían soluciones–. Un día ella decidió algo diferente. “Tengo algo positivo para compartir”, dijo, y sucedió lo inesperado. En forma unánime, los asistentes dejaron sus celulares y notebooks, la miraron y le prestaron atención. Compartió sobre un programa de mejora de clima laboral que con una colega implementarían. En ese momento los indicadores eran nefastos y era un problema candente; pero seis meses después los cambios fueron evidentes. “Las del coaching”, como las empezaron a llamar, lograron generar cambios de actitud en sus colaboradores, sus pares e impactaron aún más allá de los objetivos propuestos, alcanzando la atención al usuario. El mal humor dio paso a la alegría, recibieron propuestas de mejora, más empatía y, en definitiva, una actitud positiva y colaborativa. “Las del coaching” insisten en que esto fue y es posible desde el desafío de un cambio personal, que les implicó cambiar su forma de gestionar y liderar. Personas y organizaciones que no se adaptan a los cambios compraron la idea que éstos son difíciles. Los resisten experimentando dificultades que finalmente pueden implicar dolor y hasta enfermedad. Desencuentros, discusiones, una larga cadena de problemas y en ocasiones una postura de “sálvese quien pueda o como pueda”. Todo esto implica, sin lugar a dudas, un alto costo. Como “las del coaching”, te encontrarás con personas que en sus vidas personales y dentro de las organizaciones se quejan, se focalizan en los problemas y hasta parecen disfrutar del sufrimiento. Tienden a mirar a los demás como beneficiarios de la suerte y bondades y se comparan en una desventajosa ecuación. Centrarse en los problemas es una forma de posicionarse con un sinfín de limitaciones autoimpuestas que de alguna manera justifica el fracaso o al menos, la falta de éxito –como sea que cada quien lo defina. Ante esto, ¿es posible dejar de creernos lo que por muchos lugares y contextos dicen respecto a lo complejo del proceso del cambio? Tené en cuenta que no es posible pensar en objetivos y focalizarse en problemas, tal como no es posible gestionar el cambio como oportunidad desde una visión negativa. Al decidir dónde colocar nuestro foco de atención, decidimos cómo gestionaremos la situación, nuestros pensamientos y emociones, a las personas involucradas y el sistema del que se trate. Pensar la gestión del cambio como problema, coloca la responsabilidad en el afuera –los otros, el mercado–, limita, genera inacción y victimiza. En su lugar gestionar cambios como oportunidades, te empodera y sos protagonista. A lo largo de mi práctica profesional confirmo una y otra vez que los cambios son grandes oportunidades, que requieren adaptación y flexibilidad en nuestro mundo cambiante. Sabemos desde todos los tiempos que aquellos seres más flexibles y que logran adaptarse no solo tienen éxito, sino que son los que sobreviven. ¡Nuestro cerebro está preparado para cambiar! Son innumerables son los ejemplos de personas y organizaciones que han sido capaces de transformarse y generar nuevas estrategias, aprovechándose de situaciones inesperadas o no deseadas. Conocemos en nuestro mercado empresas exitosas que buscan continuamente nuevas prácticas y procesos, se autodefinen como organizaciones con estructuras flexibles que requieren personas capaces de adaptarse y aún ser generadores de cambios constantes. Estas organizaciones mantienen sus estándares, valores y objetivos, permitiendo y promoviendo cambiar las formas, para lograr ser más ágiles y eficientes. Podrás pensar que se requiere más que un chasquido de dedos para entender el cambio como un desafío y desde allí gestionarlo. Es verdad, implica una actitud constructiva, positiva, proactiva, generadora y participativa también. Probálo! La fórmula implica que te posiciones ante lo inesperado preguntándote cuál es la oportunidad, qué nuevo o diferente podes hacer para lograr los resultados que te propones. Te vas a dar cuenta que los problemas se convierten en desafíos y que podes con ellos. Definí qué exactamente queres y co-construí la visión de futuro. El para qué del cambio y sus beneficios –a corto, mediano y largo plazo– te darán sentido y pondrás en el tapete los valores.Desde el inicio comunicalo con claridad a todo nivel y en todos los canales. Invitá a participar en las diversas etapas del proceso a todos los involucrados, así además de sumar aportes, generarás adhesión y el tan codiciado compromiso. Empoderá a los implicados sea cual sea el rol y la posición, aseguráte que entiendan, que tengan parte tanto en la solución, como en la forma de llegar al logro. Que cada uno sepa lo que le compete y pueda aportar con libertad y sin censura. Recordá que: Grandes proyectos surgen de ideas sencillas que fluyeron en un proceso de construcción conjunta. Artículo en El Observador