El cuerpo nos habla, nos deja mensajes con diversas intensidades y si no lo escuchamos empieza de a poco a gritar. Asimismo, la mente impacta al cuerpo a tal punto que lo cambia funcional y estructuralmente. La ciencia afirma que nuestro cuerpo es inteligente, su sabiduría hace que pueda por sí mismo curarse o enfermar. Nuestro cuerpo y nuestra mente se comunican en forma constante con el fin de asegurar un funcionamiento adecuado del organismo completo.
Cada uno de nosotros en este sentido es protagonista de la propia salud integral tanto si lo decide como si no, lo que hagamos o dejemos de hacer, tiene sus resultados y sus impactos. La forma en que tratamos a nuestros cuerpos influye en la forma en que vivimos y repercute en nuestra salud. Así lo avalan muchísimas investigaciones que dejan sus evidencias. Por ejemplo, se sabe que cambiando la alimentación de una persona, cambia su comportamiento y de la misma manera sucede con el ejercicio y otros hábitos como el sueño, la medicación, las relaciones sociales, etc.
Sabemos que para mejorar, detener la evolución o curar una enfermedad o disfunción, la medicación no alcanza. Si sos de los que creen que por tomar una píldora te curas, es importante que sepas que más allá de una píldora, es lo que vos hagas, sientas y pienses lo que mayormente influirá en curar o enfermar, ser saludable o no. No digo que no tomes medicación si te la prescriben, solo que, no alcanza. Nuestros hábitos afectan nuestra calidad de vida, nuestra salud física y también emocional.
¿Qué tipo de hábitos?
- Hábitos mentales - es decir todos los que tienen que ver con la razón-.
- Hábitos emocionales -que refieren a todo ese mundo que nos caracteriza como humanos en la capacidad de emocionarnos- y
- Hábitos conductuales -desde la forma de respirar, la postura corporal, el ejercicio o la falta del mismo, cómo y cuánto dormimos, la manera en que nos relacionamos y todo lo que diariamente hacemos o dejamos de hacer, la lista es larga-.
Pongamos un ejemplo simple que da cuenta de lo que estamos hablando: cuando un niño no descansa bien está irritable, es decir el sueño afecta el humor. De la misma manera, una persona que tiene pensamientos anticipatorios negativos y se genera a sí mismo ansiedad sostenida en el tiempo, tendrá síntomas tales como taquicardia, sudoración, ataques de pánico, problemas cardíacos, etc. ¡El cuerpo impacta en la mente y la mente en el cuerpo!
La mente es el reservorio de nuestros estados mentales y debido a ella atendemos, percibimos, recordamos, pensamos, imaginamos, sentimos, creamos, soñamos y todo lo que tenga que ver con la cognición y la emoción.
La salud física y mental es una unidad e interaccionan con inteligencia para asegurar nuestra salud. Si algo no funciona en armonía, aparecerán síntomas que nos alertarán que algo no está bien y a la vez, el organismo activará mecanismos compensatorios. Recordemos que somos sistemas y que todos los sistemas tienden a la homeostasis, cualquier desequilibrio implicará movimientos para volver a ella.
Está probado que las enfermedades crónicas están asociadas de una manera u otra a hábitos de vida. En el caso de la ansiedad, la depresión y también el miedo, tendrán un impacto en el sistema inmune. Sistema que se extiende por todo el organismo y el que está influido por las creencias, los hábitos, las emociones, la genética y la biología. Vale aclarar que la genética predispone, no determina. Los hábitos sí son determinantes para bien o - para mal de nuestro estado presente y futuro. Esto que para algunos podría ser una mala noticia, es todo lo contario, en tus manos está ser activo en relación a tu salud. Para eso te invito a informarte tanto como puedas y quieras y así tendrás muchísimas herramientas para elegir y decidir cómo aportarte a ti, a nivel de tu salud integral.
A través de lo que pensamos, sentimos y actuamos promovemos cambios en la estructura de nuestros cerebros, nuestra piel, nuestros órganos y sistemas en general. La piel, los tejidos y hasta los huesos se renueven periódicamente, así es que constantemente tenemos la oportunidad de actuar en nuestro ser integralmente y generar cambios.
Vivir implica per se cambiar, transformar y desarrollar. Cuando no estamos en el fluir del crecimiento y alteramos dinámicas físicas, emocionales o conductuales, atentamos contra nuestro bienestar y también nuestra salud. La forma de intervenir comienza desde estar atentos. ¿Atentos a qué? Atentos a las señales del cuerpo, a las emociones y a los resultados que generan nuestras acciones.
Somos seres bio-psico-sociales-culturales y espirituales. Tenemos una mente un cuerpo y un espíritu que cuidar para vivir bien, y este es el mensaje que quiero dejarte hoy. Quizá estés pensando que hay que atender muchas cosas y es cierto, así como también es cierto que más tarde o más temprano las atenderás, solo que estarás curando o previniendo. Mi invitación es a que prevengas y todavía más, que tengas proactividad para vivir mejor tu vida desde ahora.
Nuestro cuerpo nos habla también para reportarnos bienestar, hacernos saber que vamos por el buen camino, dándonos información de nuestras emociones, enviándonos mensajes como la intuición y tantas cosas. Insisto en la necesidad de estar atentos, ser capaces de parar y ordenar, decidir y actuar. En ocasiones corremos, y corremos de un lado al otro y nos dejamos de cuidar, esto es parte de la vida misma, lo importante es activar la habilidad de auto-observarnos para ser capaces de cambiar lo necesario.
Son varias cosas a atender es cierto, y mucho más grande el retorno positivo que obtendremos que nos permitirá no solo alargar la vida, sino vivir mejor, caminando continuamente hacia la mejor versión de uno mismo.