La física cuántica afirma que las partículas elementales existen a partir de ser observados. Los seres vivos y todo lo que tenemos a nuestro alrededor está formado por átomos, así como lo que creemos que es la realidad.
Arma José Ignacio Latorre, reconocido físico cuántico, plantea que “cada experimento a escala subatómica cuántica, nos dice que sólo podemos captar alguna información (posición, movimiento...) del electrón y de otras partículas, ¡pero no conocer su esencia! ... y que en cuanto las mirás, inevitablemente las perturbás y alterás... La realidad es un concepto sutil. Existe en la medida en que la mirás. Acercarte a conocerla... la condiciona y, ¡la crea!
Es decir que la existencia la da el observador, quien por el solo acto de observar, la transforma. Nuestra mente es cuántica y produce cambios en el mundo físico.
Al límite de las risas pasamos un buen rato de nuestra velada el sábado a la noche, con nuestra familia en un fin de semana en el campo. Nada era asociable a algo como la física y mucho menos la cuántica. Así es que ni sé cómo ni porqué les compartí algunas cosas que había leído de la física cuántica y el futuro. Lo cierto es que mientras intentaba comentarles lo increíble que se estima sucederá en el futuro, las bromas iban y venían por doquier.
Quizá entre tanta imaginación, la certeza respecto a nuestras propias capacidades, se hacía más fuerte y entendí que es algo para que usemos ya, ahora. Y me quedó resonando una pregunta: si la energía se materializa a partir del observador, ¿cómo funciona en nosotros? Partimos de la base que somos energía, nuestro cuerpo vive a partir de la energía, produce energía y consume energía. Nos interconectamos y relacionamos con los demás a partir de ella y nuestro cerebro es el gran consumidor y a la vez su productor.
De la misma forma que sucede con el átomo, ¿puede ser nuestra realidad alterada por quién la observa? La respuesta es sí, de todas maneras. Y lo hacemos de muchas formas. Me voy a centrar en los pensamientos, en el entendido que tienen el poder de atraer magnéticamente situaciones en la vida, al enviar señales eléctricas al campo cuántico.
Los pensamientos son energía que se originan en el cerebro a través de la sinapsis -enlace que produce una conexión entre neuronas, al liberar un neurotransmisor que genera cambios eléctricos-. Es a partir de la sinapsis que se logra el impulso nervioso que llevará mensajes a diversas partes del resto del cuerpo. Son muchas las variables que intervienen en la creación de nuestros pensamientos, como las experiencias, memorias, sesgos perceptivos y mucho más. Todos sabemos que conocemos y accedemos al mundo a través de nuestros sentidos y nuestra percepción. Latorre arma que, “...a escala sensorial todo es grosero, poco afinado: aparente”. A partir de lo mencionado hasta el momento, surgen dos premisas, lo que percibimos es aparente y el observador no solo crea la realidad, sino que la altera.
Siendo así, ¿cómo podemos modificar nuestra realidad a partir de lo que pensamos? Se trata de gestionar nuestros pensamientos. Siendo el primer paso la toma de consciencia. Estando aquí y ahora, atentos a uno mismo, al entorno y las diversas situaciones que vivimos, es fundamental detenernos para darnos cuenta qué está pasando por nuestra mente, ¿qué pensamientos tenemos y cuáles generamos? Al actualizarlos en nuestra consciencia, son factibles de alteración. Tanto para reforzarlos como para cambiarlos.
Como segundo paso, podemos escribirlos y posteriormente leerlos. Adquieren mayor fuerza de esta forma y es una invitación a analizarlos. Llevar un diario de pensamientos y re-leerlos periódicamente, será una buena forma de verificar cambios en perspectiva. Tené en cuenta que no se trata de rumiar -darle una y mil vueltas a pensamientos que van y vienen sin rumbo o con circularidad que se convierte en viciosa-. Por el contrario, al tomar consciencia de tus pensamientos podrás considerar el impacto que tendrán a futuro en vos y tu entorno. Con solo observar los posibles resultados y su impacto, podrás decidir si son o no útiles y en función de ello, elegir si mantenerlos o modificarlos. Es más, podrás crear pensamientos e incidir en tu realidad.
Vamos a un ejemplo. Mateo considera que está listo para crecer en su carrera y convencido que es el indicado para ocupar la vacante que está dejando su jefe. Si en sus pensamientos Mateo cree casi con total seguridad que traerán alguien de afuera, como siempre ha sido, probablemente asuma una actitud más pasiva y con algún dejo de resignación. En cambio, si se anima a pensar fuera de la caja, considera que las cosas no siempre tienen que ser como han sido y que él puede incidir en el resultado, estará generando a la interna y externa, todo aquello que esté en sus manos para lograrlo. Una parte del resultado final no dependerá de él, sin embargo, al pensar como protagonista, estará de todas formas del lado del éxito. Por lo que más allá de lo que suceda, ya habrá avanzado en su crecimiento y acumulado experiencias empoderadoras.
Eso que imaginamos, pensamos y sentimos, determinará nuestras acciones, las que a su vez generarán aprendizajes que, influirán en nuestra forma de relacionarnos con los otros, con nosotros, en el presente y en el futuro.