Está validado y aceptado que las emociones son innatas y universales. La investigación transcultural afirma que además tienen correlatos físicos. Toda emoción tiene aspectos conscientes e inconscientes. Las emociones son una miscelánea y como tal, se entremezclan para tener su tinte de exclusividad que hace al portador y a cada emoción a la vez. Entender cómo funcionan y cómo detectarlas, es una herramienta tanto para la comunicación como para las relaciones. Uno de los psicólogos mundialmente reconocidos de nuestros tiempos luego de rigurosas investigaciones científicas, confirmó que existen siete emociones básicas -tristeza, miedo, disgusto, asco, ira, sorpresa y alegría-. Los aportes de Paul Ekman han sido y siguen siendo claves para el entendimiento. Paul Ekman, doctor e investigador profundizó en las micro expresiones faciales de las emociones básicas. Ha estudiado sobre la detección de la mentira y aún asesorado a la CIA y el FBI. La agudeza perceptiva y la capacidad de observación de una persona puede llegar a ser más confiable y certera que el clásico detector de mentiras. Cada emoción tiene su correlato físico, interno y externo a través de la propiocepción. ¿Qué es la propiocepción? Es el proceso a través del cual el cuerpo le envía señales al cerebro. Señales que llegan específicamente a la corteza somatosensorial, las cuales el cerebro decodifica y actúa en consecuencia. La propiocepción es la capacidad de sentir y reconocer lo que sucede a nuestro cuerpo: ¿cómo está el mismo, cuál es la postura corporal, qué sensaciones tenemos? Gracias a la propiocepción accedemos a la información necesaria para conocer, reconocer y gestionar cada una de las emociones. Ya hemos mencionado en artículos anteriores que las emociones las sentimos en el cuerpo y desde esas sensaciones es posible acceder al patrón emocional particular de cada emoción. Lo cual es personal y particular y nos permite trazar un mapa de sensaciones para cada emoción. Amén que las emociones no son 100% puras sino que se entremezclan. Así como está probada la universalidad de las emociones, también es un hecho que la forma de vivirlas e interpretarlas es única de cada ser humano. La riqueza de cada emoción está dada por la experiencia subjetiva previa y las memorias almacenadas. Se juegan en esto como es obvio, las características personales e incluso el momento presente en el que se activa cada emoción. Si dormimos o no, si nos sentimos bien o no, si anticipamos un resultado positivo o negativo y otros muchos factores, incidirán en la intensidad, duración y posibilidad de gestionar las emociones. A modo de ejemplo, si un suceso nos genera enojo, probablemente responderemos de una forma más asertiva si contamos con: Mayor autoconocimiento Buen descanso Buen estado físico Emocionalidad positiva Conocimiento del propio patrón de activación emocional (en este caso del enojo) El diseño previo de cómo queremos responder y, Congruencia para actuar en consecuencia. Las emociones son automáticas y la duración de cada una puede variar, así como la intensidad. Somos seres emocionales y pasionales. La cuestión es qué hacemos con eso que sentimos. Cada una de las emociones básicas y todas las demás, tiene un correlato físico. Cada persona podrá acceder en forma consciente a esa información o bien quedar en el mundo de lo desconocido o inconsciente. Sea o no consciente para la persona, esa expresión física es evidente a los otros. ¿Siempre los demás pueden notar nuestras emociones? Si, de todas maneras. Para captar las emociones -tanto propias como de otros- lo necesario es estar atentos. Es decir, prestar atención real. Se trata de observar y escuchar activamente. Es justamente la escucha activa que permite una comunicación calma y profunda a nivel interno y externo. Y así como nuestro cerebro responde a la propiocepción, cada persona puede responder en consecuencia de la ‘lectura’ de la emoción del otro. Específicamente, podemos entender las emociones de los demás observando sus rostros. La ciencia ha probado que las micro expresiones faciales no se pueden ocultar, aunque se intente. Podrán ser más o menos evidentes pero finalmente son observables. Como podrás estar imaginando esta es una herramienta genial para negociar, además de para lograr una buena comunicación y aún para establecer vínculos de confianza. Estamos dotados de la capacidad de entender qué le pasa al otro y todavía más, de sentir lo que el otro está sintiendo. Es una capacidad que los psicólogos desarrollamos especialmente. Es la única manera a través de la cual se puede dar un proceso terapéutico con resultados positivos. Así es que, todas y cada una de las personas tenemos la posibilidad de desarrollar esta capacidad que es también un talento. ¿Te imaginas un docente, un líder, un padre o madre, un amigo, pareja, hermano… que logra entender y comprender qué le sucede al otro? Sin duda las interrelaciones serían más sólidas y positivas. Esto de observarse y observar, así como aumentar la consciencia y el autoconocimiento es una tarea sencilla comparada con los conflictos que debemos enfrentar por no dedicarnos a decodificar qué le pasa al otro.
¿Por qué se resiste el cambio?
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Estarás de acuerdo en que el cambio en la naturaleza implica desarrollo y transformación. Existe un ciclo vital a través del cual la vida evoluciona, nace, crece, se desarrolla, da frutos y muere o se renueva.\n\nDe la misma manera ocurre con nuestro organismo, donde el cambio es constante y necesario para que la vida exista, permanezca, se desarrolle y transforme. Ya hemos mencionado en el artículo ‘Diez tips para fortalecer nuestro sistema inmune’, la importancia de la renovación de nuestras células, tejidos, huesos, etc. lo cual sucede de forma constante aunque no nos demos cuenta, y sin lo cual no podríamos mantenernos con vida.\n\nEl cambio en las relaciones también es natural. Por ejemplo en la pareja, existen etapas evolutivas claras. Uno se enamora y se une a una persona que, a lo largo de los años, cambia, al igual que uno mismo. Por lo tanto, pasado el tiempo, ninguno de los dos es el mismo, ambos cambiamos. Es en el devenir de los años que la dinámica de cada pareja va cambiando per se. Diversos aspectos influyen en este cambio, como la edad, las actividades que desarrolla cada uno, los intereses, la salud, el entorno y el desarrollo, entre muchos otros. Una pareja que ha vivido junta durante más de 10, 20, 30 años ha experimentado cambios desde el inicio de su historia. En este caso, el cambio es esperado y saludable.\n\nDe la misma manera un equipo de trabajo cambia constantemente debido a cambios en roles, estados, personas, objetivos, mercados, productos, etc. Nuevamente lo constante es el cambio, la necesidad de transformación, adaptabilidad y flexibilidad, aspectos que son cada vez más valorados y solicitados. Personas, organismos y sistemas en general cambiamos, y si no lo hiciéramos, estaríamos o bien enfermos – psicológica o físicamente – o dejaríamos de existir.\n\nSi el cambio es necesario para vivir y tener salud, ¿por qué cuando hablamos de cambio decimos que es resistido? La respuesta es simple: no es el cambio en sí lo que se resiste, sino la forma en que concebimos y recibimos el cambio y cómo se lo presentamos a los demás. Esto tiene que ver con la comunicación y las creencias. Tenemos claro que para vender un producto, necesitamos trabajar en su comunicación, dirigirlo al público objetivo y diseñar diversas estrategias y planes. De la misma manera, es importante hacerlo cuando queremos proponer un cambio tanto propio como a otros.\n\nSi nos aferramos al statu quo ante diversas situaciones, es probable que percibamos lo que viene como un problema. Diversas creencias limitantes activarán emociones como el miedo y nuestro organismo reaccionará con diversas alertas. Por otro lado, si concebimos el cambio como natural y lo entendemos como una oportunidad de desarrollo y transformación, abrazaremos el movimiento que implica una situación nueva o diferente.\n\n¡Vivimos en un mundo de interpretaciones! Y lo que sucede con el cambio no es más que otra interpretación. Como tal, estará influenciada por nuestra historia, nuestro estilo perceptivo y atributivo, nuestras preferencias y nuestra personalidad, entre otras cosas. Aún así, podemos afirmar que existe resistencia. Entonces, la pregunta que debemos hacernos es: ¿qué resistimos? Son varias las razones:\n \n \t La imposición \n \t La falta de comprensión \n \t El desconocimiento \n \t La falta de claridad \n \t La falta de liderazgo \n \t La falta de participación \n \t El miedo \n \t La incomodidad \n \t La desconfianza \n \t Inadecuada comunicación \n \t Creencias limitantes \n \t Emociones que generan defensas \n \nEn mi experiencia trabajando con personas que están buscando objetivos específicos, crecer y superar desafíos, lo que encuentro como común denominador es que cuando la persona promueve la co-creación participando y/o proponiendo la participación de todos los involucrados -según el momento y la etapa en cada uno pueda hacerlo-, cuando se va construyendo un rumbo claro y se conoce el para qué, lo que sucede es opuesto a la resistencia.\n\nSe genera entusiasmo y compromiso que facilitan procesos de pertenencia. Las personas se sienten valoradas y respetadas, asi como invitadas a desplegar su creatividad. De esta forma se genera un círculo virtuoso de aprendizaje y desarrollo, donde cada participante tiene algo que aportar, algo que es único y diferente.\n\nPor lo tanto, dado que cada uno de nosotros vivimos el cambio desde nuestro interior, en las diversas pequeñas cosas del día a día y en los proyectos y procesos que estamos inmersos, es interesante preguntarnos: ¿Cómo concebimos el cambio en sí? ¿Lo utilizamos a nuestro favor o en contra? ¿Cómo podemos empoderarnos en cada cambio que elegimos o se nos presenta? ¿Qué aprendemos de estas respuestas que nos estamos dando y otras que se nos generan?\n\nLas respuestas a estas preguntas te darán información valiosa que tienen que ver contigo, también son válidas para contestarlas en equipo -sea cual sea el equipo del que seas parte-. Junto con tus respuestas y teniendo en cuenta los motivos que hacen al cambio resistido, podrás elaborar una robusta estrategia, teniendo presente que la misma estará expuesta al cambio y por lo tanto a la reformulación constante.”},{“component”:”hc_space”,”id”:”5ZtkF”,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”size”:””,”height”:””},{“component”:”hc_separator”,”id”:”NK5xA”,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”style”:””},{“component”:”hc_space”,”id”:”vuvyQ”,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”size”:””,”height”:””},{“component”:”hc_social_share_buttons”,”id”:”zZT7O”,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”type”:”circle_tt”,”position”:”left”,”link_type”:”share”,”text”:”COMPARTIR”,”social_colors”:false,”fb”:true,”fb_link”:””,”tw”:true,”tw_link”:””,”g+”:true,”g+_link”:””,”li”:true,”li_link”:””},{“component”:”hc_space”,”id”:”MRz5Q”,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”size”:””,”height”:””},{“component”:”hc_button”,”id”:”Nqdwb”,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”icon”:””,”style”:”circle”,”size”:””,”position”:”left”,”animation”:false,”text”:”Artículo en El Observador”,”link_type”:”classic”,”lightbox_animation”:””,”caption”:””,”inner_caption”:false,”new_window”:false,”link”:”https://www.elobservador.com.uy/nota/por-que-se-resiste-el-cambio–202362316340″,”link_content”:[],”lightbox_size”:””,”scrollbox”:false}]}],”section_settings”:””},”section_tlo79″:{“component”:”hc_section”,”id”:”section_tlo79″,”section_width”:””,”animation”:””,”animation_time”:””,”timeline_animation”:””,”timeline_delay”:””,”timeline_order”:””,”vertical_row”:””,”box_middle”:””,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”section_content”:[{“component”:”hc_column”,”id”:”column_PKma6″,”column_width”:”col-md-12″,”animation”:””,”animation_time”:””,”timeline_animation”:””,”timeline_delay”:””,”timeline_order”:””,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”main_content”:[{“component”:”hc_title_tag”,”id”:”v3PN5″,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”text”:”Más entradas del blog”,”tag”:”h2″},{“component”:”hc_space”,”id”:”ZmtSn”,”css_classes”:””,”custom_css_classes”:””,”custom_css_styles”:””,”size”:””,”height”:””},{“component”:”hc_pt_masonry_list”,”id”:”4XrbG”,”css_classes”:”col-center text-center middle-content “,”custom_css_classes”:”comienzos”,”custom_css_styles”:””,”post_type_slug”:”post”,”post_type_category”:”blog”,”column”:”col-md-4″,”row”:””,”margins”:””,”pagination_type”:”pagination_wp”,”pag_items”:””,”pag_lm_animation”:”fade-in”,”button_size”:”pagination”,”menu”:true,”menu_position”:”nav-center”,”menu_style”:”ms-rounded”,”auto_masonry”:false,”box”:”top_icon_image”,”boxed”:false,”boxed_inverse”:false,”button_text”:”+ info”,”button_style”:”square-border”,”button_dimensions”:””,”button_animation”:false,”hidden_content”:false,”extra_1″:true,”extra_2″:true,”content”:””,”title_length”:””,”excerpt_length”:””,”title_size”:””,”box_animation”:””,”custom_css”:”proximos”,”pag_scroll_top”:false,”pag_centered”:true,”pag_button_prev”:”Anterior”,”pag_button_next”:”Siguientes”,”lm_lazy”:false,”lm_button_text”:”Load more”,”data_options_pagination”:””}]}],”section_settings”:””},”scripts”:{“parallax”:”parallax.min.js”,”toolstip”:”bootstrap/js/bootstrap.popover.min.js”,”masonry”:”isotope.min.js”},”css”:{“content_box”:”css/content-box.css”},”css_page”:””,”template_setting”:{“settings”:{“id”:”settings”}},”template_setting_top”:{},”page_setting”:{“settings”:[“lock-mode-off”]},”post_type_setting”:{“settings”:{“image”:”https://hcc.academy/wp-content/uploads/2023/06/Cambio-1024×680.png|1275|1920|999960037″,”excerpt”:””,”extra_1″:””,”extra_2″:””,”icon”:{“icon”:””,”icon_style”:””,”icon_image”:””}}}}